El error de Fernando Abal Medina en Timote, según plantea José Pablo Feinmann, fue acercarse tanto a Aramburu. “‘No te acerques tanto porque lo vas a tener que matar’, le decían sus compañeros. Y cuesta mucho matar a alguien que uno conoce. Es más fácil matar una idea, al gorila, al represor de peronistas”, señala el escritor.

–El problema con ese acercamiento para Fernando es que la idea de gorila se resquebraja.

–Totalmente, el gorila murió, el perseguidor de peronistas no existe más; al contrario, se encuentra con un tipo que quiere incorporar al peronismo. Los esquemas les impedían ver a los montoneros –que creían que incorporar al peronismo era llevarlo al régimen– que la propuesta de Aramburu era muy inteligente. No sé si lo hubiera podido llevar a cabo. Es cierto, Montoneros decía que era el Gran Acuerdo Nacional, pero en el ’70, cuando la guerrilla no estaba solidificada, cuando había mucho menos muertos, se hubiera ahorrado mucha sangre. Siempre pienso en los caminos que hubieran ahorrado sangre, y la propuesta de Aramburu, de haberse realizado, hubiera ahorrado sangre.

–Pero desde la perspectiva de los Montoneros, podría decirse que sin ese asesinato, Montoneros no hubiera sido lo que fue.

–Claro, fue una aparición espectacular. Había una urgencia política, estaban por pasar grandes cosas. Cuando volviera Perón, iba a haber una gran pueblada. Se vivía la inminencia de un cambio trascendente. Ahora veo una inminencia apocalíptica en el mundo.