Iván Fund (1984) creció en Crespo, provincia de Entre Ríos. Tras algunos intentos de estudiar en escuelas de cine, se decidió por ser autodidacta. Hasta se había armado un plan de estudios, lo que no impidió que lo sedujera para dedicarse full time a filmar. Ya venía despertando la atención de la crítica con sus cortometrajes, y La risa es su ópera prima. “Me interesaba indagar sobre esa hora de la madrugada en la que uno se sincera o muestra la hilacha. La risa sigue a un grupo de jóvenes ya no tan jóvenes después de que han ido a una fiesta en un pueblo. Es un rato en el que todo está permitido”, confiesa él. Los protagonistas prolongan la noche, con la esperanza de que pase lo que hasta ese momento no ha tenido lugar (y que en realidad, tampoco está muy claro qué es). “Es una especie de despedida –puntualiza Fund– porque ya no son adolescentes. Y me gustaba esa franja horaria, porque aparece claridad en la parte emocional. En ese momento las personas están desnudas.”

Con costos mínimos –cuatro personas del elenco y tres del equipo técnico–, el rodaje se llevó a cabo en Crespo. “Fue un guión mínimo y luego empezaron a trabajar las escenas. Esta forma de producción nos permitía explorar bien cada escena y exprimir hasta que saliera lo que estábamos buscando”, explica el director. “Al principio salíamos a la madrugada, y nos cagábamos de frío. Tuvimos que buscar alternativas”, sonríe. La parte financiera se “resolvió” endeudando peligrosamente a varios parientes y apelando a la solidaridad de los actores, que costearon los gastos de la estadía y transporte de su propio bolsillo, amén de no cobrar un peso. “Lo que te pido que pongas es que a pesar de las dificultades, salimos adelante con un espíritu de fraternidad que se fue haciendo más y más patente a medida que avanzábamos.”