MUSICA
Yupanqui en el centro
¿Cómo fue que decidió centrarse en el repertorio de Yupanqui?
–Siempre lo canté por mi hermano, él fue el primero que me trajo sus partituras. Cuando conocí a Don Atahualpa yo todavía estaba estudiando, y él vio en mí cosas que yo no había visto. Así empezó a aconsejarme: lea esto, escuche aquello, tenga cuidado con lo de más allá...
–¿Por ejemplo?
–Me decía: “la vida del artista es un camino donde hay largas esperas, es necesario detenerse. El camino es largo, cuidado con los atajos, son cortos, son lindos, pero la van a llevar a otro lado”. O también: “Cuando cante, póngase detrás de sus versos, nunca adelante. Haga que se luzca lo que entrega, que es más importante que usted”. Ese concepto, de la cosa que te trasciende, cuando tenés 18, 20 años y entendés que es cierto, te marca.
–¿Pero se llega a entender a los 18 o 20 años?
–De pronto... ¡páfate! Te encontrás con que alguien te dice eso y ves que es cierto: caramba, esto que estoy cantando lo hizo alguien que vivió más que yo, sabe más que yo, abarca todo un mundo que no conozco. ¿cómo hago para expresarlo? Tengo que meterme bien adentro para no mentirlo o deformarlo. Esa conciencia de fidelidad al texto, al autor, queda desde el primer momento y para siempre.