OPINION
Estamos maduritos
Por Ana Alvarado *
El 2005 mostró una cartelera que yo calificaría de madura. Como cuando hablamos de que nuestra democracia está más madura y ambas madureces son, efectivamente, esperanzadoras y verdaderas. Madurez con todo lo que significa de bueno haber llegado ahí y de conciencia de que la madurez es algo que sólo se sostiene un tiempo y luego cambia. Pero... si el campo en el que algo madura es propicio, cuando esto marchite, nacerá algo a la vez similar y nuevo. Coexistieron puestas en escena de textos trascendentes del teatro universal (como vimos en el Festival Internacional de Teatro, es propio de Europa también y con calidad bastante pareja con la nuestra) junto con relecturas de textos emblemáticos de algunos de nuestros grandes dramaturgos. También el circuito off mostró una cartelera variada de exponentes consagrados de las últimas generaciones de teatristas y nuevas propuestas eclécticas que buscan su lugar. Las instituciones y talleres que forman a la gente de teatro están abarrotados de interés y de alumnos, algunos son extranjeros que nos eligen. Hay un público experimentado, variado y dispuesto a participar.
Estamos maduros y deseosos. Pero si no nos comen rápido, nos vamos a marchitar. Para que esto se pueda sostener necesitamos más presupuesto, subsidios, público que pague, difusión en los medios, estímulo, todo. El problema es como en todos los órdenes: la mejor distribución de los recursos y el crecimiento de la inversión en cultura. Que nuestra gente de teatro joven, que viene de diversos sectores socioeconómicos, pueda ver su pasión como un trabajo del que se puede vivir y en el que se puede madurar, es mi esperanza. Que nos tengan como modelos porque podemos hacer lo nuestro y no que les aterre nuestra impotencia. Que no piensen que la única opción es un bolo televisivo o el picoteo inestable entre un evento, una promoción, una obra de teatro o un casting, porque esto obtura la chance de desarrollar una obra y un pensamiento de cierta pregnancia. La necesidad de que la obra madura pueda asentarse y la necesidad de que lo nuevo y diferente pueda nacer se abonan en el mismo terreno fértil. Que exista algo que pueda llamarse industria del teatro y campo laboral del teatrista que permita que se desarrollen obras y carreras en el tiempo y no sólo “fenómenos” y “movidas” de rápida digestión. Que la sobredosis televisiva no sea la única opción de acceso a lo espectacular. Que el consumo de lo fácil y veloz no nos deje sin público sereno, pensante, exigente y activo. Que la gente de teatro no sea algo que se consume y luego se desecha. Esto del teatro lo hacemos bien, estamos maduros, podemos desarrollarlo y exportarlo, sabemos cómo, hicimos individualmente mucho y muy ingenioso. Nada del otro mundo, tenemos ganas, vamos ahí.
* Actriz, marionetista, directora, integrante de El Periférico de Objetos. Estrenó Una pasión sudamericana, de Ricardo Monti.