Lunes, 1 de junio de 2009 | Hoy
DANZA
A Teresa Duggan le gusta hablar del “tao de la danza” cuando describe su camino creativo. Porque la ética y la estética oriental han tenido un gran protagonismo en toda su obra. “Asocio el espíritu zen a la austeridad propia del campo, donde viví mi infancia. No tenía televisión ni había luz eléctrica en mi casa. Mi filosofía es hacer mucho con lo poco que hay y no estar deseando siempre más y más”, explica. Ella es capaz de recrear ambientes oníricos solamente con un cuerpo, una luz y un objeto cotidiano en escena. “Mi pensamiento es oriental, cuando fui a Hong Kong el año pasado conocí mi tierra natal, ¡no es España la madre patria!”, bromea.
–El mundo occidental, desde Descartes, ha dividido al cuerpo de la razón, dejando al primero en un lugar relegado. ¿El pensamiento oriental le permite trabajar otros vínculos con la corporalidad?
–Claro. Para mí, mente, cuerpo y espíritu siempre van juntos, es una trinidad. Yo, por ejemplo, estudié caligrafía japonesa. En ella, el movimiento nunca para: si el pincel sale del papel sigue su curso hasta que aparece en otro lado de la hoja. Para mí, el movimiento en la danza también es eso: un continuo fluir; a veces aparece un mamarracho, a veces algo lindo, pero siempre es un oleaje continuo.
–¿Cómo combina lo oriental con la danza contemporánea?
–En el manejo del espacio. Tomo al escenario como una hoja en blanco y voy haciendo trazos. Algo que les digo a mis alumnos es que la danza está entre un movimiento y el otro, no en la forma. Ese es un pensamiento oriental. Otra influencia oriental es que hasta la cosa más pequeña puede tomar valor en mis obras. Utilizo un objeto y lo resignifico; las cosas no tienen una sola lectura. Además, mi lema en todos estos años en la danza fue dejarme llevar, fluir. No tengo ambición, tengo un espíritu despierto y movedizo pero desde que empecé a bailar no planifiqué grandes cosas, todo se fue dando. Yo no busco, encuentro.
–¿Qué elementos caracterizan el conjunto de su trabajo?
–Los movimientos codificados con nombre y apellido no me interesan. Me gusta cuando logro sorprenderme a partir del movimiento. Trabajo con la luz como elemento compositivo, no creo que haya que iluminar la obra sino que cada obra tiene una luz propia. Trabajo con el humor, con el ingenio.
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