- Hilda Herrera: “Qué puedo decir de Eduardo aparte de que lo quiero tanto... Es un gran músico, un creativo, y tiene un sentido del humor único. Entre los músicos no conocí a nadie con un humor tan fino. Si me nombran al Negro Lagos, ya me tengo que sonreír, sólo con su recuerdo. Con él compartimos muchos encuentros de amigos y música, que siempre fueron un placer. Es, además, un gran conocedor de todos los tipos de música, tiene una cultura musical vastísima. Cuando era crítico de música se evidenciaba su formación, guardo algunos de sus artículos porque eran formidables. Ya no se ve esa calidad en las críticas de la música popular. Pero si tengo que decir cuál es la mayor cualidad del Negro, es que es un hombre querible”.

- Lilian Saba: “Es uno de los pianistas más importantes del país. Fue quien abrió la puerta a la improvisación en la música folklórica y tuvo la osadía de comenzar a trabajar con otras armonías, en épocas en que no se usaba. Como un creativo y un virtuoso en su instrumento, inició un camino hacia la búsqueda de la improvisación en la música instrumental, algo que todavía hoy es muy difícil de imponer. Es además un gran compositor, aunque haya sido más reconocido como intérprete. Hay dos grandes temas que lo certifican: La Bacha, una cueca bellísima, y La oncena, una chacarera trunca que se llama así justamente por la osadía de su armonía. Además de su talento tiene otra virtud: siempre dio una mano a sus colegas de la misma edad y a los más jóvenes. Es una buena persona, por eso todos los músicos lo queremos”.

- Sonia Posetti: “Es sin duda uno de mis más importantes referentes. Tuve la suerte de conocerlo a poco tiempo de empezar a tocar folklore, y eso me marcó profesionalmente. En unos pocos encuentros pude percibir su alto grado de sensibilidad, su disfrute de la música y su muy fino sentido del humor. Admiro su postura frente a la música, siempre tan honesta. Fue un tipo libre, y ésa es su gran lección, silenciosa. Qué más puedo decir... ¡Un Maestro!”

- Manolo Juárez: “Cuando se habla de la evolución del género folklórico, hay que recurrir a la figura de Eduardo Lagos. La impronta de este gran músico sirvió para toda nuestra generación y las que nos continuaron como un modelo a seguir, por su constante creatividad. Fue uno de los primeros en integrar en sus conjuntos a importantes músicos de otras expresiones populares, como el caso de Astor Piazzolla, Jorge López Ruiz o Carlos Francetti. Todo ello sirvió para que los moldes excesivamente formales de la música tradicional pudieran ampliar sus horizontes. Humildemente, me considero un continuador de la obra de este maestro”.