TELEVISION
Historia de Mónica y Lina
En la cocina, Mónica y Lina, las mucamas televisivas de Mirtha, limpian los platos con restos de cotelettes de cordero patagónico en croutte de hierbas. Fuera de la tele son empleadas de un servicio de catering, pero ante cámaras se visten con uniforme y escoltan la silla de la Señora, o sirven vino, en rol actoral de servicio doméstico. La Señora entabla relaciones de suma cercanía con sus chicas, cuyo acto de máxima confianza consiste en rociarlas con el spray de pelo. Por eso, Mónica se deberá bañar apenas llegue, cada día, a su casa. Y como no toca un bocado de los corazones de alcauciles rellenos o del manjar de dos chocolates y frutos rojos, luego pica una sopita con su hija mirando los dibujitos del Discovery Kids. “Hoy –dice– le elegí especialmente platos blancos y dorados. A Mirtha le gusta el arroz con pollo, el flancito... todo muy sencillo... se vuelve loca por el salame”, fiel al mito de la dama con corazón de mujer simple, complaciéndola con cada palabra. “No le gusta que cambien las cosas de lugar –sigue–, come poco... y si son dos en la mesa casi ni come. ¿Y lo del spray en el pechito? “Todo empezó –recuerda Mónica– cuando la Señora se lo probaba y nos tiraba un poquito, cada vez más. La gente creía que nos tiraba en los ojos... pero quiero aclarar... No nos hace daño cuando tira. ¡Es sólo en el flequillo!”.