El escritor Gustavo Nielsen se ha convertido en una figura polémica dentro de la literatura argentina. “Con Planeta me llevo mal; con Alfaguara, bien, pero no consigo que mi propia editorial reedite El amor enfermo, cuyos derechos fueron comprados por una productora inglesa para filmar una película”. El escritor opina que las transformaciones de los últimos años confundieron a las grandes editoriales. “Están un poco perdidas en el camino, no acaban de darse cuenta qué tienen que hacer y parece como si estuvieran dando vueltas en un remolino del que no pueden salir”, explica el escritor. “Hoy es más accesible publicar en una editorial chica –agrega–. Klizkowsky Publisher, una editorial independiente española, me acaba de comprar un libro para sacar 10.000 ejemplares, una tirada que acá no tendría nunca, pero además me pagó por adelantado los derechos de autor. El libro se venderá a 2 euros en supermercados, en aeropuertos y en distintos lugares de España y del mercado estadounidense de habla hispana. Apostaron a un libro de cuentos, no a una novela, y además con 10.000 ejemplares, cuando acá como máximo, tuve una tirada de 2000. Una editorial chica puede hacer eso como si fuera un megagrupo.”

El autor de El amor enfermo sostiene, además, que muchos de los libros que llegan a ser publicados dependen de los agentes literarios. “Si tenés agente, sos Gardel, y si no lo tenés, probablemente no seas nada. Me resisto a tener agentes, pero son los que están ubicando los libros, aunque es lamentable el papel que cumplen. Guillermo Schavelzon no sabe de literatura un pomelo, sólo hace negocios y vende paquetes que son rarísimos. Lo que quieren es convertir la literatura en un gran negocio. Está bien que le quieran sacar el jugo a todo esto, pero un libro no es lo mismo que un chorizo”, compara el autor. “La palabra negocio suplantó muchas de las otras palabras, que antes definían lo que era el mundo literario.” Nielsen propone una distinción frente al fenómeno de la globalización. “Hay un mercado real, el de la venta de libros, y en eso no estoy porque vendo muy poco. Pero sí estoy en el mercado del ‘show de la literatura’, por llamarlo de alguna manera; me siento ahí, aunque tal vez a mi pesar. Me da la impresión de que esos dos mercados se han unido: si no estás en uno, entonces no estás tampoco en el otro.” Hasta hace unos años había un semillero para los escritores inéditos en las grandes editoriales que, por entonces, eran de capital nacional. “Ese espacio ahora lo ocupan las editoriales más chicas –señala Nielsen–. Apuestan, asumen riesgos, pagan adelantos y también se están empezando a mover como si fueran profesionales.”