Miércoles, 3 de marzo de 2010 | Hoy
MUSICA
La experiencia de la audición/visión en vivo es irreemplazable. Y sobre todo cuando se trata de alguien tan consciente de la escena como Caetano Veloso. Pero, ya se sabe, las actuaciones son irrepetibles y, para peor, los que acceden a ella son proporcionalmente muy pocos. Las historias de la música popular, entonces, se escriben con discos. Y la historia de Caetano comienza entre 1967 y 1968, con dos producciones compartidas –el disco Domingo, de Gal Costa, y el colectivo Tropicalia ou Panis et circensis, junto a Gilberto Gil, Gal, Os Mutantes y Nara Leâo– y un primer disco solista, Caetano Veloso, que sigue estando entre los más significativos de su época. Transa, de 1971, grabado en Londres durante el exilio forzado por la dictadura militar brasileña; Cualquer coisa (1975), con temas originales como el que le da título y versiones extraordinarias de “Eleanor Rigby”, “Lady Madonna” y “For No One”, y Bicho (1978) dan un panorama bastante acabado de sus búsquedas en los ’70. Cores Nomes (1982) y Veló (1984), con un acercamiento evidente al rock, marcan un pasaje al Caetano más cercano, el de Estrangeiro (1989), Circuladô (1991) y Livro (1997) –apoteosis de su período junto al cellista y arreglador Jacques Morelenbaum–. Cê (2006) (hay también una fantástica versión en vivo, en DVD) muestra la señal de largada de su estilo actual: sencillez aparente, crudeza tímbrica y una cierta exposición de visceralidad que no ocultan, sin embargo, la inmensa sutileza de sus trabajos con la tímbrica, el color y la forma.
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