Martes, 1 de junio de 2010 | Hoy
MUSICA
Oscar del Priore (investigador): “Es una pérdida lamentable, porque era un tipo muy querible, respetado y admirado. Por lo menos yo lo admiraba. Es más, me parece uno de los mejores cantores surgidos en los últimos tiempos, en la época contemporánea del tango. Lo conocí prácticamente cuando empezó. Era un poquito más joven que yo. Lo presenté en muchas de las primeras actuaciones, en Radio Municipal, en El Viejo Almacén... por eso es que tengo una percepción muy afectiva. El empieza en el ‘69 o por ahí, pero su época fuerte fueron los ’70. Cultivó un repertorio excelente y se supo rodear de grandes músicos. Y fue un gran músico, cosa que pocas veces se dice. Se exalta más su faceta de cantor, pero él tocaba el bandoneón estupendamente bien. El primer long play tiene solos suyos y en todo lo último que registró cuando dejó de grabar con la Orquesta del Tango de Buenos Aires se acompañaba él. Perdimos también una hermosa voz y un hombre que supo equilibrar el repertorio tradicional con obras contemporáneas. Además, él escribió unas cuantas muy lindas. Y fue un transgresor: se ocupó de cambiar la estructura musical de sus tangos. Hizo una especie de mezcla con algo de rock. En realidad, se unió a otros géneros que no eran los habituales tangueros y comenzó con un acompañamiento musical no convencional. Grabó con Piero, con Juan Carlos Baglietto, con Litto Nebbia y con Valeria Lynch. En su último disco volvió un poco a los comienzos, porque fue más tanguero. Y en sus actuaciones en la época final tocaba siempre el bandoneón, y hacía temas instrumentales”.
Walter Ríos (bandoneonista): “La opinión de muchos colegas coincide, porque hemos convivido muchos años con Rubén y con su maestría, su talento, su alegría de vivir. Yo lo conocí en los ’60. Hemos hecho muchos espectáculos juntos y con Raúl Lavié. En los ’80 hicimos Cosas de negros, en Mar del Plata, y ganamos el Estrella de Mar. Es una pena que se nos haya ido de gira tan joven, pero así es la vida. Fue un excelente músico, para mí es uno de los grandes cantantes con grandes bandas a nivel mundial. Lo he visto solo con su bandoneón y el éxito era siempre desbordante. Lo consideré y lo sigo considerando un verdadero artista y un talento inigualable. Por supuesto que nos regaló para el resto de la vida el arte hermoso de tocar como tocaba y cantar como cantaba. Era un artista en todo el sentido de la palabra. Va a estar siempre entre nosotros”.
Leopoldo Federico (bandoneonista, director y compositor): “Estuve grabando toda la mañana y me enteré en el coche cuando iba al estudio, pero sabía que estaba muy mal, que prácticamente era irreversible, aunque no creí que se iba a de-sencadenar tan rápido. Pero el final es el mismo. Lo lamento tanto como uno lamenta a todos los grandes que se van. A mí me tocó vivir la etapa de Julio Sosa, también me tocó estar cerca de Roberto Goyeneche. Y sin ofender a nadie, yo pienso que la tercera figura de todos los grandes cantantes fue Rubén Juárez, luego de Sosa y Goyeneche. Yo lo conocí y lo acompañé trabajando en algunos discos, pero nunca lo había escuchado cómo se fue aggiornando con el bandoneón. Prácticamente empezó tocando sin saber música, pero tenía un sentido musical envidiable. Cualquier bandoneonista al que le pregunten va a opinar igual o mejor que yo. Es de esos seres que se van en los momentos en que más los necesitamos. Y es de esas figuras del tango que se están yendo y que son las que dan escuela. Estoy seguro de que la juventud lo tiene como una imagen que le sirve para marcarle un camino. Después, cada uno tomará su estilo, su personalidad, pero Juárez era un fuera de serie cantando, expresando, afinando”.
Juanjo Domínguez (guitarrista): “La noticia me sorprendió, como a todos. Yo sabía que él estaba jodido, pero no sabía la gravedad. Se nos fue el amigo, el último referente del tango. Estamos de acuerdo con otros colegas: tocaba el fueye como cantaba o cantaba como tocaba el fueye. Era una maravilla. Me deja mal pero el Negro nunca se va a ir. Hoy hablaba con Raúl Lavié y él me decía que los artistas se van de gira. Y Rubén se nos fue de gira. Era un amigo de verdad. Yo lo conocí hace cuarenta años y en esa época compartíamos juntos hasta serenatas. Cuando Rubén Juárez no era el que llegó a ser y yo no era Juanjo Domínguez, nos sentábamos para guitarrear casi todas las noches. El último encuentro que tuve con él fue hace poco en su casa de Córdoba. Noté que estaba mal, pero no creí que se nos iba a piantar tan rápido. Fue el último referente que tuvimos, no sólo como cantor sino también como instrumentista y como conocedor del género”.
María José Demare (cantante, autora y compositora): “Tengo el mejor recuerdo de uno de los más grandes. Fue un gran maestro para muchos y también un renovador del tango. Rubén Juárez marcó un antes y un después en el género. Juárez renovó absolutamente el tango y lo sacó del acartonamiento, le puso sonidos nuevos, juntó gente de cualquier género y la llevó al tango. Como compositor fue sublime. El disco De aquí en más es mi preferido y tiene todos temas de él, con letras de Juan Catavira: es extraordinario. Ojalá que ahora se pueda difundir esa obra. Su manera de frasear, de decir, de cantar y de tocar el bandoneón como nadie... fue única. Como legado dejó la actitud de que creamos en la renovación del tango, que busquemos en otras cosas, que no nos quedemos con lo que se hizo sino que busquemos nuevas mezclas de sonidos. Yo le compuse un tango que se llama ‘Juárez es el tango’, que habla de su vértigo y locura cuando él nos llevaba a cantar. Era impresionante porque uno nunca sabía qué iba a hacer. Su cabeza y su alma volaban cuando tocaba. No había una cosa establecida. A todos los que nos sentimos discípulos de él, que somos un montón, nos marcó. Era un tipo muy joven que todavía tenía muchísimo para dar en el tango, estaba lleno de ganas: evidentemente no le dio el físico. La última vez que hablé con él me dejó en claro que estaba lleno de proyectos, pero lo mató esta enfermedad de mierda”.
Juan Carlos Copes (bailarín): “Rubén era un tipo jovial y lleno de vida que se nos fue en un momento en que tenía varios proyectos por cumplir. Trazó un camino muy importante para los jóvenes porque combinaba con sapiencia el tango tradicional con el llamado de vanguardia”.
Héctor Larrea (locutor y periodista): “Con respecto a qué significó Juárez en el tango, primero hay que decir que hubo un corte con la generación de los famosos ’40. Y yo creo que entre lo que apareció después de los ’40, Juárez, sin ninguna duda, fue lo más personal. Era un hombre que tenía con qué cantar: un buen rango y alcance de voz, dominio, y sentido común que es lo que hace falta para cantar. Además, tuvo la fortuna de encontrarse con Horacio Quintana, que había sido cantor de tangos en la orquesta de Lucio Demare. Quintana no había sobresalido como Juárez, pero había sido un muy buen cantor. Supo enseñarle trucos muy interesantes que eran imprescindibles e indescriptibles. Esas cosas se hacen con ejemplos vocales del tipo: ‘la voz se quiebra de esta manera, se prolonga de otra’. Ya Juárez sabía y luego incentivó un equilibrio troileano para evitar las sobreactuaciones. A Juárez no lo enloqueció la tribuna ni trabajó tanto para ésta, sino que trató de darle a la tribuna algo que le gustara por las mejores razones; es decir, por una canción hecha con buen gusto antes que con espectacularidad vana. Eso es lo que más me gusta de Juárez: tenía un equilibrio y una sobriedad troileana para cantar”.
Litto Nebbia (compositor y productor): “Se ha ido uno de los más grandes intérpretes de la música ciudadana. Tuve la suerte, a mediados de los ’80, de que me confiara la producción & arreglos de su álbum Piedra libre. Un músico de corazón, que abordaba cada pasión con un apasionamiento sin igual. Brillante cantando y también tocando el bandoneón. Abierto a probar nuevas cosas todo el tiempo. Recuerdo que cuando hicimos ese disco, no quería tocar el fueye. Tuve que insistirle para algunas participaciones. Es que Rubén Juárez siempre fue amante de la música del mundo y nunca quiso quedar estancado en un género, a pesar de que su procedencia era el tango. Todo la gente que lo conoció y escuchó lo recordará siempre como un tipo jugado emocionalmente, cálido en su melancolía, intrépido en su accionar. Esto es lo que lo hace irrepetible. Mi abrazo, Rubén...”.
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