Darín asegura que no piensa dirigir en estos momentos “porque no tengo espacio mental para ocuparme de eso”. Pero confiesa que su fantasía “es que, de pronto, pueda tener entre manos una historia de la que me pueda hacer cargo. Digo esto porque creo que, a medida que avanzo, que doy un paso más en cine, me doy cuenta de que la única opción real para juntar el coraje de dirigir un proyecto cinematográfico es tener la convicción de que tengo una historia de principio a fin que conozco en profundidad, y que puedo desmenuzar o atomizar cuantas veces sea necesario y no perderme. Cuando eso ocurra, es probable que lo intente nuevamente”, dice el actor que debutó como director junto a Martín Hodara con La señal, la película que estaba por dirigir Eduardo Mignogna y que no pudo concretar debido a su fallecimiento. Darín recuerda que el de La señal “fue un proceso muy doloroso y, al mismo tiempo (y esto es lo paradójico) muy nutritivo. La desaparición de Eduardo fue un golpe muy duro. El proyecto estaba muy encaminado, muy cercano a su iniciación. Tuvimos un shock lógico y entendible. No sabíamos dónde estábamos parados porque, en otro orden de cosas, él tuvo la hidalguía de no desparramar su dolor por todos lados, con lo cual su muerte fue realmente casi sorpresiva”, dice el actor.