Miércoles, 6 de octubre de 2010 | Hoy
CULTURA
- Los muchachos sonríen sobre el fondo de la noche frankfurtiana. Pero esas sonrisas no alcanzan a reflejar un detalle. Jorge Coscia, Jorge Alemán, Mempo Giardinelli, Ricardo Forster, Horacio González y Rodolfo Hamawi quieren preservar un registro de su primera ronda nocturna y correrías por la ciudad de las ferias. Ahora, en el bar del Hotel Intercontinental, donde se aloja buena parte de la delegación argentina, el secretario de Cultura de la Nación está despatarrado y extenuado en un sofá, tal vez masticando una certeza que no explicita a viva voz, pero que se sospecha: ya no está para esos trotes, el cuerpo empieza a pasarle facturas. Cuando uno de sus asistentes muestra la foto en la pantalla de su netbook, llega la aclaración pertinente con un hilo de voz débil. La ronda no fue de copas. El meollo de la cuestión no es de carácter etílico. “Lo que tenemos en sangre es alta dosis de salchichas”, dice Coscia. Empachados y felices por las grasas incorporadas, todos vuelven a reír.
- En Berlín practican un “deporte” divertidísimo, pero muy peligroso: trepar por los techos de la ciudad. Fabián Casas, que está escribiendo una novela sobre el tema, aceptó el desafío del director de cine boliviano Edmundo Bejarano junto con Esteban Castromán y Félix Bruzzone el fin de semana pasado, antes de rumbear hacia Frankfurt. Por esas cosas de la altura y el vértigo, Castromán casi no cuenta el cuento. “Habría sido el primer muerto de la delegación argentina”, bromea Casas, que le agarró la mano a Castromán –escritor y editor de Clase Turista– segundos antes de que se dirigiera, directo, hacia el asfalto berlinés.
- En el hotel donde se firmó la carta de intención con la Escuela de Frankfurt y el Gobierno para realizar un intercambio cultural y académico entre el instituto de investigaciones sociales alemán y varias universidades argentinas, también hubo espacio para el intercambio de palabras entre la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su escritor recientemente leído y sugerido a través de Twitter a su par Hugo Chávez, Hernán Brienza, autor de El loco Dorrego (Marea). El periodista se le acercó y le agradeció sus palabras. Ella lo miró divertida y le contestó resuelta: “De nada, pero quiero los derechos de autor”.
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