El Pabellón Argentino tuvo un escenario central con capacidad para cuatrocientos asistentes y un cine-teatro para shows y proyecciones. Allí se presentaron la compañía de danza de Camila Villamil, Javier Malosetti y su banda Electrohope, Jaime Torres, Iñaki Urlezaga, el Chango Spasiuk, Juan Carlos Baglietto y Lito Vitale, y La Chicana. En junio le tocó al grupo Bajofondo, de Gustavo Santaolalla. También se dieron cita Pedro Aznar, Ariel Ardit + Sexteto de Andrés Linetzky, Lidia Borda, Jorge Navarro, Juan Falú junto a Liliana Herrero, Pedro Chemes, el Quinteto Real, el Dúo Argañaraz, Orozco-Barrientos y el Dúo Coplanacu. Simultáneamente, se concretaron encuentros semanales con empresarios argentinos y chinos de los más diversos sectores.

A modo de balance, el secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia, le comentó a Página/12 que “la Expo significó una inmejorable oportunidad para desarmar el mito de nuestro aislamiento”. Para el funcionario, “quienes procuran sistemáticamente horadar nuestra autoestima deberían haber visto el entusiasmo con el que los visitantes se sacaban la foto de recuerdo con nuestra bandera detrás. Cuando un país está de pie y avanza, sus expresiones culturales se enriquecen, se tonifican y enamoran a quienes se topan con ellas”.

Casi todas las construcciones que se utilizaron para Expo Shanghai 2010 serán destruidas o recicladas. Uno de los edificios que quedarán en pie se convertirá en un museo dedicado especialmente a recordar lo que se vivió ahí en los últimos meses. Para conformar la colección estable, los organizadores pidieron a los representantes internacionales que colaboraran donando objetos significativos. Argentina regaló la obra La hermandad de las naciones, del orfebre Marcelo Toledo; un mural del artista fileteador Jorge Muscia y un mate de plata de otro orfebre, Horacio Bertero.