CULTURA › GAME DESIGNERS Y PLAYTESTERS
Toda industria nueva trae nuevos oficios, acordes con las necesidades y funciones a cubrir. En el desarrollo de videojuegos hay dos trabajos que llaman inmediatamente la atención: el game designer y el playtester. A uno le pagan por imaginar jueguitos, al otro por probarlos. Martín Romero es game designer de Globant, es licenciado en sistemas e hizo un posgrado sobre videojuegos en Escocia. El paso por ese país le permitió descubrir dos cosas: “que era de madera programando” y que existía el game designing. “La idea la genera cualquiera –admite–, pero es el game designer el que la lleva al juego, es el corazón del equipo y el encargado de armar las reglas que gobiernan el juego.” Tanto, que tiene que escribir ladrillos de más de mil páginas explicando cada detalle que luego los equipos de programación y desarrollo gráfico podrán sobre la pantalla. Durgan Nallar compara su función con la de un “visionario” y enumera una serie de características indispensables para el puesto: amplia base cultural, conocimientos de programación, empatía con el equipo de trabajo y nociones sobre la historia de los videojuegos. “Soñar cómo tiene que ser el juego” y “pensar en la experiencia que quiere hacer vivir al usuario”, en palabras de Nicolás Cuneo.
Claro que alguien más debe encargarse de verificar que ese sueño se cumple antes de lanzar el producto al mercado. Para eso cada empresa tiene un ejército de gamers profesionales, que pasan varias horas por día dándoles a las teclas y fortaleciendo los músculos de los dedos. “Lo que hacemos es depurar los videojuegos”, explica Federico Forciniti, del área de testeo de Gameloft, una de las empresas más grandes del sector en la Argentina. “Cuando llega la primera versión se le buscan errores de programación, gráficos, textos, mal funcionamiento y hasta de dificultad. Hay que jugar el juego de punta a punta varias veces”, advierte. Es una tarea que no suele requerir experiencia previa ni formación alguna, más allá de algún cursillo que pueda dar la empresa de turno. Muy pocas piden conocimientos de programación. Claro está que, por este mismo motivo, es la tarea que menos paga, en un sector caracterizado por buenos sueldos y personal con alta capacitación y formación profesional. También es la actividad con menor promedio de edad: 23 años, contra los 27 de la media del sector.
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