Miércoles, 5 de enero de 2011 | Hoy
CINE
Luis Ortega fue noticia hace casi dos meses por motivos ajenos a Los santos sucios. Fue cuando su último film, Verano maldito, se bajó a pocos días del comienzo del Festival de Mar del Plata, donde iba a competir en la Selección Oficial Nacional. “Yo nunca hablé con nadie, la película no estaba ni cerca de terminarse. Creo que hubo un malentendido entre algún productor y el festival. Recién ahora estoy en montaje y terminaré dentro de tres semanas. Quizá pensaban llevarla a un Work in Progress, no sé. Pero me opuse a mostrar una película que no estaba ni cerca del final”, explica. En paralelo a los ajustes finales a Verano maldito, Ortega ya está abocado a su próximo proyecto: Dromómanos, término derivado de dromomanía, que en psicología define la obsesión patológica por trasladarse de un lugar a otro. “Es lo que hoy ocupa mi cabeza –confiesa–. Vengo trabajando para empezar un rodaje muy particular con gente con cierta alineación mental y una lucidez abrumadora. Ellos agarran los textos que escribo, los cortan en pedacitos y los dicen en otro orden. El protagonista es esquizofrénico, el coprotagonista es un psiquiatra prestigioso que terminó optando por aliarse a sus pacientes. Empezó a revolucionar el hospital porque se fascinó con los locos. El tipo no quería curar, quería divertirse y que ellos se sientan bien. Es un manifiesto sobre la demencia”, resume.
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