Desde los 18 años Abelardo Castillo lleva un diario. Una parte, la de su “extrema juventud” –de 1954 a 1961–, se publicaría en un primer volumen, aún no sabe si el próximo año. “Estoy revisando una polémica que tuve con David Viñas en el ‘60”, cuenta. “Fue por una nota que Viñas publicó en la revista Che, a la que le contesté. El me mandó una carta de catorce páginas, yo le mandé una que tenía como veintipico. Viñas venía de la universidad y del gorilismo; todo el grupo de Contorno era muy gorila. Creo que estas cosas se pueden decir al cabo de los años. Nosotros éramos una revista de izquierda. En esa época las diferencias eran muy grandes y todos discutíamos por todo. En el ’60 también había dos bandos: pertenecías al bando de Albert Camus o al de Jean-Paul Sartre. La actitud de Viñas frente a la literatura nunca me gustó. Viñas decía en esa época que Sabato era un escritor de derecha y que Cortázar era un escritor de derecha. Juzgaba con un criterio totalmente salvaje la literatura argentina. Y yo le planteaba que la literatura no se juzgaba así.”

–Pero ese criterio totalmente salvaje era parte del estilo Viñas.

–Claro, y a mí me parece que era un estilo erróneo. Era capaz de juzgar a Florencio Sánchez por una carta que le escribió a la mujer; entonces de la carta deducía que en el fondo Sánchez era un reaccionario. Sin darse cuenta de que a lo mejor lo que tenía que deducir es que Sánchez le escribía a la mujer las cosas que ella quería oír (risas). Hay una cosa que se llama psicología, que también existe, ¿no?