Bruno Arias nació en El Carmen, un pueblito ubicado al sur de Jujuy, a 23 kilómetros de San Salvador. Si bien estudió guitarra y canto, aprendió los acordes básicos y a amar la música en las guitarreadas que se armaban en los bares de su ciudad natal. Tempranamente compartió escenario con emblemas de la música del noroeste argentino, como Tomás Lipán o Jaime Torres, además de ser un ferviente admirador de Atahualpa Yupanqui y Ricardo Vilca. En 2002 decidió trasladarse a Buenos Aires, porque consideraba que era la mejor forma de expandir su música. “En mi provincia sentía que se me habían acabado los circuitos para tocar. Necesitaba crecer como artista y como persona, y la única forma era salir de mi tierra. Estar en Buenos Aires me dio la posibilidad de escuchar otras músicas”, dice el jujeño. En 2005 publicó su primer CD, Changuito Volador, donde recrea sayas, huaynos, carnavalitos y bailecitos con un lenguaje actual. En 2007 sacó Atierrizaje. Y acaba de salir a la calle su tercer disco, Kolla en la ciudad. “El mensaje del disco es la reivindicación de los pueblos originarios de todo el país y un llamado a la unión latinoamericana.”