Miércoles, 17 de mayo de 2006 | Hoy
En la noche murieron, /casi todos los niños se murieron./Pero el toro saltó de los escombros./Nunca había visto el aire tan dorado/ ni conocido una ciudad tan fina./
Antes era la nieve,/ la preferida de las estaciones,/ o bien marzo ventoso, abril lluvioso y mayo esplendoroso./ Vinieron los obuses con la nueva estación,/–era la muerte–,/ pero el toro saltó de las campanas/ para la lidia de la muerte./
A la noche murieron,/ pero el toro saltó del arco ilustre/ para cuidar de los que se quedaban/ y eran la historia de una niña todavía./
Solo, terrible Solo,/ hizo frente a una lluvia de herrería enloquecida,/ de súbitas panteras con un pájaro en la boca,/ y pólvora de viento envenenado/.
Cada día desde entonces,/ el toro de la muerte de Madrid,/ solo, Terrible Toro enamorado,/ resopla, se incorpora, salta, ataca, se adelanta/ cubierto de relojes, pañuelos, trenes, torres,/ aeroplanos, tanques, navajas y azucenas/¡toda la flor de la ganadería!/
Desde entonces el toro nacido del arco y de la esfera/ duerme en la ardiente cintura de la ciudad del mundo./Escucho su rumor gigante por la noche,/ cuando despierta desmontado./
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