Martes, 2 de octubre de 2012 | Hoy
CINE › OPINIóN
Por Fernando Solanas
Lo conocí a Octavio Getino en el momento más sabroso de la vida, que fue el nacimiento de nuestra identidad política.
Tengo un recuerdo de él extraordinario, por su talento natural y su capacidad de trabajo, compromiso y lealtad con la causa nacional. Digo todo esto porque Octavio me acompañó en aquella aventura de La hora de los hornos. Nuestra relación nació ahí. Compartimos con él esa extraordinaria experiencia de contactarnos con otras realidades e impulsar aquella epopeya que fue construir un circuito paralelo y clandestino de exhibición de películas.
Después vinieron las dos películas con Perón y el sufrir en carne propia las persecuciones y el exilio por el compromiso que habíamos adoptado.
La partida de Octavio es la pérdida de un gran compañero, de un enorme talento y de un intelectual brillante.
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