Sábado, 3 de junio de 2006 | Hoy
CINE › OPINION
Por Fernando “Pino” Solanas
Sobre Octubre se han dicho tantas cosas, que lo primero que voy a aclarar es que ésta es mi modesta visión sobre uno de los films más importantes de la historia. En primer lugar, creo que hay que tener claro que si hablamos de Octubre estamos ante una de las diez películas más audaces y complejas que se hayan hecho. Ya ni sé cuántas veces la vi, pero en cada ocasión me he encontrado descubriendo nuevas metáforas. Porque es un clásico, pero no uno cualquiera: es un clásico revolucionario que narra la epopeya de un pueblo que en 1917 dejó inscripta para la posteridad su marca en la historia. Por otra parte, fue realizado en plena época del cine mudo, cuando el lenguaje de las imágenes estaba alcanzando sus puntos más altos de desarrollo (después vendría el cine sonoro y un largo período de avance del teatro sobre el lenguaje de las imágenes). Es, simplemente, el punto culminante de la vanguardia estética del cine mudo, mezclado con un momento de gran pasión en la actividad política de las luchas populares.
Y a pesar de que han pasado ya varias décadas, sigue vigente. Es muy difícil correrle la pista a esta película. Para rodarla, Eisenstein encaró una reconstrucción histórica tan extraordinaria que uno no sabe en qué momento hay imágenes reales y en qué momento empieza la puesta en escena. A eso se le suma un baile de metáforas en las que se trabaja con un montaje único y con las masas como personaje principal. Ese montaje que sigue sorprendiéndonos una y otra vez es una forma de poesía, una provocación al espectador que obliga a la reflexión y deja picando la inquietud: ¿por qué esas imágenes fueron ensambladas de esa manera? Cada persona que las vea encontrará su propia respuesta.
Semejante hazaña hubiera sido imposible sin la personalidad inmensa de Eisenstein. Dibujante, pensador, escritor, cineasta... el tipo hacía de todo. Los encuadres son dignos de un maestro de la pintura, de un diseñador. El sujeto aquí son las masas, los obreros y el ejército que se insurrecciona. Un sujeto casi eterno, imparable.
Borges decía que él no había leído muchos libros, sino que había releído libros que le habían parecido claves. Bueno: yo creo que de nada sirve ver dos mil películas que no digan nada. Hay que ver y rever las películas fundamentales. Y ésta se encuentra en ese grupo. Octubre es una síntesis excepcional de arte e historia.
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