Sábado, 1 de julio de 2006 | Hoy
TEATRO
¿Cómo observa las posibilidades para quienes quieren actuar y mostrar algo distinto o novedoso respecto de los comienzos de la democracia, en que hicieron efervescencia nuevos proyectos artísticos?
–Podría decir que es más difícil, pero no sé si es más difícil. Cada época tiene sus problemas. Ahora está todo más mediatizado, hay más investigadores, agencias de..., está todo a casting. Está todo tomado por intermediarios y por empresas. Hay muchas salas pero todas tomadas. Falta lo primitivo que había en aquella época. En aquella época no había nada respecto de la gente joven o había muy poco. No podías acceder a notas, tenías que llevar las gacetillas y no te daban bola. Algunos diarios sí, y otros nada. Para las salas tenías que poner un cheque de seguro y eran salas convencionales. Era muy complicado pero también era más fácil hacer lugares. Con energía podías lograrlo. De hecho se hizo. Ahora, por ejemplo, con respecto a los lugares no podés copar un galpón por el tema Cromañón. Hay investigadores teatrales que dicen “esto es under, esto es alternativo, ¿dónde está la dramaturgia?” Está todo copado por intermediarios que, en realidad, no son los que hacen. En aquella época estábamos los que hacíamos y nada más. No había programas de jovencitos en la televisión, no se vendían tantas zapatillas dirigidas a la gente joven. No estaba la gente joven valorizada como ahora. Debería haber lugares agrestes, libres y ahí meterse. Ahora tiene que ver con que le sirva al productor. Las ideas se utilizan pero se las transforma para que vendan. Eso es una contra grande.
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