–¿Qué pasó el 20 de octubre de 1972 en el Luna Park? Hay muchas versiones, y algunas encontradas, sobre aquel “rompan todo”, de Billy Bond...

–Yo cuento cómo transcurre ese día desde la mañana, porque ahí están las claves. Era un recital muy grande, creo que la segunda vez que se abría el Luna para un evento tan importante, porque no era un lugar al que el rock ingresara con facilidad... más bien todo lo contrario. Bueno, en vistas del concierto, tenemos una reunión de trabajo por la mañana en la oficina de Jorge Alvarez, en el sello Talent. Eramos Alvarez, Bond y yo. Lo normal, para un festival como ése, era que lleváramos a las mujeres y a los chicos, pero Jorge dijo “déjenme averiguar primero cómo viene la mano”, y llama a uno de los principales comisarios del Departamento Central, que compartía con él la afición por las carreras de caballos. Bueno, este tipo le dice a Jorge que la noche venía mal, que habían mandado a la policía a requisar colectivos, que tenían la orden de llevarse a un mínimo de 200 personas... había prevista una redada importante, digamos. Inmediatamente llamamos a nuestras respectivas mujeres, les dijimos que no podían venir, que iba a haber lío... estaba cantado. A la hora de la prueba de sonido fuimos solos, probamos, se abrieron las puertas y se llenaron las populares.

–Pero no la platea...

–Claro. La platea era un cuadrilátero rodeado de rejas muy altas, donde había 100 personas, pero cabían 500; entonces la gente empezó a presionar para pasarse y, cuando nosotros llegamos, había estacionados no menos de 15 colectivos en las inmediaciones del Luna, aparte de los colectivos de arriar gente de la policía. El clima estaba raro, porque los colectivos ésos no estaban para llevar a la gente a Isidro Casanova, a Florencio Varela o a San Martín, estaban ahí para nutrir al terror azul. Y adentro, los gorilas de Lectoure circulaban de arriba para abajo, y la policía estaba también. Entre las bandas, claro, había un orden de salida, pero nadie quería salir a tocar, ni Arco Iris, ¡ni Pappo...! “Así no salgo”, recuerdo que dijo él, y decidimos salir nosotros, con total conocimiento de que había un ambiente de mierda. Salimos, empezamos a tocar “Fiebre de la ruta”, un tema mío, bien potente, y la gente empezó a derrumbar las rejas y a pudrir todo a los golpes, mal. Un caos generalizado. Y entonces paramos; mientras Billy arengaba para calmar, trataba de tranquilizar todo. Hay una foto mía donde estoy agarrando la guitarra con los brazos en cruz, y personas tratando de proteger el escenario... un desmadre: golpes, rotura de butacas, un caos universal. Y fue dentro de ese contexto en el que Billy dijo algo así como “ma’ sí, si la cosa viene así, rompan todo”... No es algo aislado.

–Fue parte del contexto...

–Es la reacción de un tipo que ve que el desmadre es tan grande, una sumatoria de odios cruzados imposible de controlar que, bueno, se resigna. Después, Billy se comió un par de horas en la comisaría, y los demás nos fuimos por atrás. No fue que Billy, en un acto digno de la Revolución Francesa, arengó para que rompieran todo, sino que reaccionó acorde con el contexto. Yo, como miembro de La Pesada, lo recuerdo sin ningún tipo de culpa. Hay que recordar que era un momento en que el guiso que se estaba cocinando en el país empezaba a hervir de una forma olorosa y peligrosa.