Domingo, 23 de marzo de 2014 | Hoy
CULTURA
Juan José Saer no podía estar ausente en el Salón del Libro de París, donde argentinos y franceses homenajearon su obra. “Saer lo hizo de manera perfecta. El nos plantea un desafío sólo comparable al de Borges, que es el dilema de cómo escribir después de ellos”, subrayó Martín Kohan, acompañado por Annie Morvan, editora francesa del autor de Glosa; Laurence Gueguen-Saer, su segunda esposa; el escritor y ensayista francés Gérard de Cortanze; y el artista argentino Ricardo Mosner. Su viuda, que trabajó los poemas inéditos que acaba de publicar Seix Barral, confesó que “él ponía una barrera entre su vida privada y la escritura”. “Eran dos mundos que cuidadosamente quería separar. Hay muchos escritores que han trabajado mucho sus textos y están calificados mejor que yo para hablar.” El escritor santafesino llegó a París en junio del ’68 para ver “qué pasaba en la literatura francesa, atraído por el nouveau roman, y llegó aquí pensando que se quedaría unos años y luego se marcharía a la Argentina, pero por razones personales no pudo volver”, recordó Gueguen.
Morvan planteó que “da la sensación de que Saer ya tenía toda su obra en su cabeza. Tal vez de la misma forma en la que Proust escribió En busca del tiempo perdido, es, en su totalidad, un mundo literario, un universo en el que cada libro va a ser una respuesta a otro”. Kohan, que reconoció su máxima admiración por Saer, dijo que “lo que mejor que se puede decir de la literatura de Saer es que no es una de esas literaturas cómodas, que gusten a todo el mundo. Saer le plantea un problema a la vanidad de los escritores: si reconocemos el lugar de Saer, todos bajamos tres o cuatro escalones”.
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