MUSICA › LA ERA DE LA INFORMACION
–Hay dos canciones de Bailar en la cueva donde reflexiona sobre la excesiva avidez de información: “Data data” y “La plegaria del paparazzo”.
–Es curioso que las plantee juntas... uno no termina de entender los discos hasta que toma distancia. Son las únicas dos canciones con ironía, que está muy poco en mi paleta; aparece en Amar la trama con “I don’t worry about a thing” de Mose Allison, y en 12 segundos de oscuridad hay algunas amarguras, “La infidelidad de la era informática”, pero no es muy habitual. “Data data” es “dale dale, que siga el baile, destruyamos el mundo, extingamos a los atunes”, esa inconciencia. La codicia del glamour y el glamour de la codicia: de pronto la codicia se ha vuelto glamorosa, ser codicioso está bien visto. La estupidez humana llega a límites increíbles. El estribillo habla de eso, tenés mucha agua pero es avasallador, es una catarata, no es un río del que puedas beber. Estamos empapados de información y a la vez muertos de sed. Yo no tengo nada en contra de la abundancia de información, no me parece ni mejor ni peor.
–Está.
–Está, nos tocó ese paradigma que vos entrás a leer un mail de un amigo y terminás viendo a Miley Cyrus sacando la lengua y decís: “¿Cómo llegué hasta aquí?”. Y reproducís los pasos, del mail de un amigo al link de un artículo, y al pie hay una nota de una entrega de unos premios y pinchás ahí y está una tipa sacando la lengua. Y no sabés cómo pasaste de un artículo sobre la economía global a eso. Esa dispersión es absoluta, es muy difícil concentrarse. Yo trato de hacerme consciente: que esté todo ahí no quiere decir que lo utilices. Si sos una persona centrada y selectiva, con serenidad para profundizar en un tema, es el paraíso. Pero hay que aprender a discriminar y romper el paradigma del surf y de saber muy poquito de muchas cosas, intentar quedarse con algunas e ir para adentro, en profundidad. Cuando hice la gira Mundo abisal ésa era la idea, aventurarse hacia las inciertas profundidades. Descubrís un artista nuevo y si tenés suerte alguien te da un disco físico, que implica un formato de escucha, una cronología...
–Un rito, incluso.
–Sí, porque no lo ponés en cualquier lugar, lo ponés en el auto o el equipo, en un lugar donde estás concentrado. Si no, habitualmente mientras estás escuchando el disco abrís la Wikipedia a ver quién es ese tipo, y a ver las letras, y en diez minutos tenés todo, no sólo de ése sino de los otros quince discos y ya no estás escuchando ése sino que estás picoteando los otros, y decís qué bueno, ya lo estás tuiteando y ya encontraste otro artista que te recomienda la propia maquinaria, y ése ya no te gustó mucho, pero ves abajo un link de una entrega de premios... ¡y te encontrás a Miley Cyrus acariciándose las partes pudendas en la tele! (Se ríe a carcajadas.) Es como el zapping a la enésima, el hiperzapping, saltar de las culturas precolombinas a la pornografía, a la crítica literaria, a cómo construir una silla, a la receta para las pompas de jabón.
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