“El estigma de ser colombiano es difícil. Pero curiosamente, en algunos lugares, cuando dices ‘escritor colombiano’ cambia la moneda y la mirada se vuelve más positiva. Creo que García Márquez tiene mucho que ver con esto: en algunos círculos, a partir de él, gracias a la creación literaria, comienza a mirarse a Colombia con otros ojos. Hay escritores que están consolidando ese prestigio literario, como Fernando Vallejo, que me parece un gran narrador. Lo admiro mucho, aunque en muchas cosas uno no puede estar ideológicamente de acuerdo con él: es que Vallejo le dispara a todo lo que se mueve. Junto a Vallejo, escritores como Alvaro Mutis y Laura Restrepo han ido atenuando lo que, de todas maneras, es el estigma colombiano: el narcotráfico y la violencia. Más allá de que cambien los protagonistas, el narcotráfico seguirá mientras se mantenga la desproporción entre lo que cuesta producir un gramo de droga en Colombia y su multiplicación por mil a la hora de vender en los países del Primer Mundo. No hay manera de acabar con ese negocio, que está infiltrado en la política, el deporte, el arte, la Iglesia, en todo. Tiene demasiado poder corruptivo.”