Viernes, 20 de febrero de 2015 | Hoy
CULTURA › LA RAE PUBLICA EL QUIJOTE APOCRIFO, 400 AÑOS DESPUES
Por Silvina Friera
El cotilleo y el misterio continúan después de 400 años. Vuelve el Quijote apócrifo, el texto que algún enemigo de Miguel de Cervantes escribió en contra del padre de la novela moderna, lanzado por la Real Academia Española (RAE) en una nueva edición crítica a cargo de Luis Gómez Canseco. El Segundo tomo del ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha de Alonso Fernández de Avellaneda se publicó en 1614. Alrededor de esta obra se ha construido una especie de “patio de vecinas literario” para debatir quién fue ese autor que vertió tanta maldad contra el “manco de Lepanto”, enigma aún sin resolver. “A través del libro, del cuerpo del delito, podemos saber muchas cosas de este falso licenciado”, explica Gómez Canseco. “Por ejemplo, que era un pelota (adulón) de Lope de Vega hasta la extenuación y que odiaba a Cervantes, porque hay que odiar mucho a una persona para escribir casi 600 páginas con el único objetivo de darle en la cabeza con el libro, pero que adoraba el Quijote.”
El Quijote de Avellaneda es un ajuste de cuentas con el “manco de Lepanto”, tomando como rehén a su propia criatura. Avellaneda –sea quien fuere el que se esconda detrás de este seudónimo que todavía no ha sido descifrado– carga contra un Cervantes envidioso, malencarado, sin amigos y sin genio en las páginas iniciales. Para colmo prosigue sin permiso los trabajos de su Caballero de la Triste Figura, desenamorado de Dulcinea y más grotesco que nunca. “A pesar de haber sido mirado a lo largo de la historia con muchos reparos y desagrado, el libro está bien escrito, todavía se lee con gusto y a veces es verdaderamente desternillante”, comenta el editor. “No es mera arqueología literaria.” La reaccionaria obra de Avellaneda reduce la historia a los elementos más grotescos, a las quijotadas y porrazos, ya que eso era lo que más atraía a sus contemporáneos. Don Quijote aparece como un loco soberbio y un personaje tan complejo como Sancho es trazado como un tonto, un glotón malicioso que busca siempre el dinero. “Cervantes tenía una visión del mundo mucho más humana y amable, perdonaba los defectos de la gente”, aclara Gómez Canseco. El “falso Quijote”, además de ser independientemente valioso, supuso un acicate indispensable para que Cervantes acometiera la segunda parte de su propia obra maestra con todos los ingredientes de la modernidad que se valoran, como la intertextualidad y la ironía.
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