Fander, el disco doble que Jorge Fandermole editó el año pasado a través del sello entrerriano Shagrada Medra, es una bella muestra del fértil presente artístico que transita este cantautor rosarino; un presente que también está hecho, como queda claro, de un pasado tan sólido como para ser revisitado desde este tiempo. Se trata de un disco doble: el primero presenta nuevas canciones; el segundo, versiones renovadas de viejos temas junto a diferentes músicos y ensambles. Ambos, una muestra acabada de eso que Fander sabe cultivar tan bien: el delicado arte de la canción.

Hacía casi una década que Fandermole no sacaba un disco nuevo y si esta edición recoge ese terreno transitado, lo hace también con una de las que son sus señas de identidad: la de hacer una música compartida, en compañía de colegas con los que el rosarino comparte de un modo u otro la esencia de ese camino, la esencia de la canción. Así recorre las nuevas, como “Yarará”, algunas con homenajes explícitos como “Agua dulce”, dedicada a Chacho Muller, Aníbal Sampayo y Miguel “Zurdo” Martínez, tres referentes del mapa musical litoraleño; “La Luna y Juan”, un regalo a Luna Monti y Juan Quintero; o “Corazón de bombisto”, para y sobre el admirado Raúl Carnota, una chacarera compartida autoralmente con Marcelo Stenta.

Esa fuerza que es tanto musical como poética –que es, sobre todo, una y otra bien trenzadas– vuelve en el otro CD, que abre un viaje a las canciones de los ’80 de Jorge Fandermole, revisadas con el aporte de los músicos con los que comparte su música actualmente, con arreglos que llevan los temas hacia otros territorios. Así vuelven los sonidos, colores y olores de aquellos tiempos en casete, hoy fortalecidos por el paso del tiempo.