* Miguel Vitagliano(escritor y docente): “La primera vez que se imprimieron en un libro las palabras ‘teoría literaria’ en Argentina fue en 1885, en la tapa de un manual escrito por Calixto Oyuela. Era una manual escolar para enseñar ‘a escribir correctamente’. Es decir, no se trataba de repetir las reglas de la gramática, el manual de Oyuela buscaba algo mucho más potente: explicaba de qué manera se podía escribir “con buen gusto”, qué cosas había que hacer para conseguirlo y de qué cosas había que abstenerse. Exactamente un siglo después se inauguró en la UBA el seminario de Teoría Literaria de Josefina Ludmer. La teoría literaria y la crítica ya venían dando vueltas en el país, buscando entrecruzar saberes para leer interpretativamente un texto. Esos saberes iban desde la semiótica al psicoanálisis, y desde la antropología y la filosofía al marxismo. Pero el seminario de 1985 era inaugural porque, por primera vez, la ‘teoría literaria’ ingresaba a la Universidad con su nombre completo, aun cuando sus libros y conceptos venían siendo susurrados en cursos universitarios y en grupos de estudio. Esta teoría literaria era el reverso opuesto a la nombrada un siglo antes en el manual de Oyuela. Lo que ahora venía a decir es que toda idea de ‘escribir bien’ estaba sostenida sobre un conjunto de valores que pretendían conducir el mundo; que ese ‘escribir bien’ se edificaba sobre el silencio obligado de quienes no veían ese mundo de la manera en que lo veían quienes pretendían conducirlo”.

“Josefina Ludmer hacía hincapié en el curso de 1985 en que en la sociedad circulaban ‘modos de leer’ que se imponían en la escuela, en la familia, en los medios masivos y que buscaban naturalizarse. Descubrir que había ‘modos de leer’ era aceptar que ‘escribir correctamente’ era producto de un ‘modo de leer’ que quería dejar mudos a todos los otros. Que no había, o no debía haber, un solo ‘modo de leer’. El crítico, entonces, debía poner en discusión los ‘modos de leer’ que circulaban en el mundo social, develarlos, ponerlos en contradicción, ver cuánto estaban presentes incluso en zonas en que aparecían más disimuladas. En esos combates de los ‘modos de leer’ se decidían valores y sentidos.”