¿Qué significa volver a publicar en Anagrama?

—Fue muy lindo volver. Miguel, mi primera novela, la publiqué en Anagrama. Me encontré con Jorge Herralde durante un viaje y él me dijo: “Nunca me mandás nada”. Me acuerdo que Herralde había querido cambiar el título de Miguel, que le sacara el prólogo, que hiciera más flexible la novela, que está escrita con un idioma bastante parecido al idioma del siglo XVI. Yo no acepté nada, era muy joven. Herralde me dijo: “Veremos… como yo te digo, se va a vender. Como vos decís, no creo que se venda”. Y no se vendió (risas). Cuando le mandé mi siguiente novela, Prólogo anotado, Herralde me contestó por carta: “Yo tenía razón, por ahora no te vamos a publicar”. Los dos cambiamos, pasaron 25 años… No, él no cambió nada: sigue siendo el mismo tipo que te saca la ficha en dos segundos. Tacos altos no era el título original. Yo había pensado El humo tiene ganas de cielo. Herralde me dijo: “Ni loco, eso es muy pomposo, muy poético”. Entonces me dijo “ponete a pensar en otros títulos”. Y le mandé tres o cuatro que se me ocurrieron y Herralde eligió Tacos altos… Ahora me doy cuenta de que a los 30 años yo estaba más seguro en cuanto a lo que quería que lo que soy ahora.

—¿Seguridad o prepotencia?

—Es esa cosa juvenil de que creés que escribiste una novela buena, cosa que después se te pasa (risas).