Sábado, 18 de noviembre de 2006 | Hoy
TEATRO
La experiencia del director Francisco Javier respecto de Meyerhold se inició con los dos pioneros tomos de Hormigón. Ahí supo exactamente “quién era, qué le pasó y cuáles eran sus propuestas estéticas en el teatro”, puntualiza Javier, en diálogo con Página/12. De ahí partió cuando por aquellos años se propuso consolidar sus conocimientos teatrales en Francia. Con Los Volatineros, grupo que lideró en Buenos Aires, siguió los lineamientos de Meyerhold. Tiempo después, una revista literaria de Canadá le pidió que escribiera sobre la influencia de Meyerhold en la Argentina. “Acepté y fui a ver al director Jaime Kogan. El me respondió que no lo había seguido y me aconsejó escribir sobre mi propio trabajo. Otros me animaron, y lo hice: sinteticé mi experiencia con Los Volatineros y envié el texto. Más tarde, Eduardo Rovner (autor y director) lo publicó en su revista sobre crítica teatral.” En cuanto a los dos primigenios textos de Hormigón, Javier dice que ya son leyenda: “No los tiene nadie, están en el Instituto sujetos a una cadena”. Si bien en la Argentina algo se sabía de Meyerhold por un texto de la actriz y directora rusa Galina Tolmacheva, ese conocimiento era parcial e insuficiente. “Los libros de Juan Antonio que tengo en casa están casi totalmente subrayados”, confiesa. “Son extraordinarias las concepciones del juego invertido, que uno podía poner en práctica inmediatamente. La cuestión es que para escribir aquella tesis mía de 1974, en París, iba a todos lados con los libros de Hormigón debajo del brazo.”
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