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- La Argentina sería una fábrica productora de mitos internacionales, y eso no sucedería en ningún otro lugar del mundo: Maradona, el Che Guevara y Evita son sólo unos pocos nombres de los que se mencionan.

- En las pampas habría más romanticismo que en el Brasil, y se lo puede detectar en la enorme cantidad de cenas a solas con vino, en las reservas para dos en los restaurantes y también en el excesivo cuidado del aspecto personal de ellas y también de ellos.

- El pensamiento argentino mayoritario se expresaría en términos de titular periodístico, con cierta tendencia a reducirse al valor noticia, a generar argumentos exagerados, a descargar artillería sobre sí mismo, modelizado por la saturación de psicoanálisis y mucha lectura de libros.

- En ese punto, las autoras detectan una paradoja entre la enorme autoconciencia y la sensación de incertidumbre sobre adónde vamos o quiénes somos.

- Se expresa la sorpresa por la capacidad que asignan al argentino de reírse de sí mismo, cada vez que se inventan chistes sobre su propia banalidad, soberbia, tendencia a la trampa, que luego no se condice con el panorama que encontraron en los hechos.

- La Argentina tendría una vocación especial por la protesta a largo plazo, para reclamar el esclarecimiento de crímenes o defender el ahorro propio a lo largo de los años. Se lo explica como una cuestión de carácter, mediante una cita del escritor mexicano Octavio Paz: “Pensé que nunca había visto nada más apasionante que una corrida de toros, hasta que vi a dos argentinos discutiendo de política”.