Miércoles, 27 de junio de 2007 | Hoy
TEATRO
“Como persona, Sacher–Masoch no puede perder la estimación de sus cultos coetáneos por el simple hecho de padecer una anomalía en sus sentimientos sexuales; y en todo caso es un notable ejemplo de la poderosa influencia ejercida por la vida sexual, para bien o para mal, en la formación y orientación de la mente humana”, afirmó el psiquiatra alemán Richard von Krafft–Ebing, quien acuñó el término “masoquismo” para denominar la obsesión masculina por la cual sólo es posible gozar sexualmente si se es castigado por una mujer que reúne ciertas características. Autor de cuentos, novelas y hasta obras de teatro, Sacher–Masoch presenta a sus personajes femeninos vestidos a tono con su espíritu dominante. Sólo que a veces lo hacen a la manera rural del este europeo (falda corta y botas altas) y otras, según la moda elegante, a veces con cierto aire masculino: pantalones de montar, sombreros varoniles, tricornios, casacas rojas y, muchas, la kazabaika o chaqueta adornada de piel. Estas heroínas montan a caballo, practican el tiro y la esgrima, cazan, doman caballos y fieras, se baten a duelo, luchan cuerpo a cuerpo, apuñalan con gallardía, vengan su honor o sus desgracias en forma cruel. Si es preciso se alían con bandidos e incluso capitanean una cuadrilla. Aunque también saben vencer seduciendo, ofreciéndose con “descuido lascivo” o dominando “el arte de tenderse en un sofá”.
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