Excesiva e indiscriminada cantidad de estrenos, una política de selección demasiado permisiva, falta de circuitos alternativos de exhibición, incumplimiento –por parte de los canales de televisión– de la obligación de exhibir cine argentino, competencia de la piratería y alto precio de las entradas son los factores que, según la gente del medio, ponen en jaque al cine argentino. En ocasiones contradictorias entre sí, algunas de las soluciones propuestas pasan por acentuar los controles de calidad, regular más fuertemente el mercado, bregar por desgravaciones impositivas, reprogramar estrenos para evitar el exceso de oferta, desarrollar salas de arte y ensayo (y otras dedicadas a exhibiciones en digital), obligar a los canales de televisión a cumplir con lo que marca la ley, replantearse cómo y para qué se produce una película, fomentar sobre todo las grandes producciones (o, por el contrario, el cine de arte, experimental y de vanguardia), reprimir la piratería con mayor decisión y hasta espaciar más el lanzamiento de las películas en DVD, para que el hábito de ver películas en casa no les quite público a las salas de cine.