Martes, 22 de enero de 2008 | Hoy
MUSICA › LOS FOLKLORISTAS QUE MARCARON SU CARRERA
Por Karina Micheletto
León Gieco se entusiasma hablando de cuánto lo apasiona el folklore, y de las relaciones que puede establecer a través de Cosquín, conexiones que tienen que ver con “círculos que se cierran” desde este escenario. Así repasa algunas de esas “causalidades” con figuras que marcaron su vida y su carrera, homenajeadas en esta presentación en Cosquín:
Antonio Tormo: “La primera vez que escuché magia fue a los cinco años: descubrí que de un disco negro podía salir música. Y la primera magia que llegó a mis oídos fue un tema de Tormo. Con el tiempo llegué a producirle un disco. Lo presenté en Cosquín, y también en recitales de rock. La gente se volvía loca, igual que cuando lo llevaba a Sixto (Palavecino)”.
Jorge Cafrune: “Aún hoy lo escucho y me dan ganas de llorar: Cómo tocaba la guitarra, cómo cantaba. Un día fue a tocar a mi pueblo, yo tenía 10, 11 años, y cantaba canciones de él. Lo esperé solo afuera. En el intervalo, vino un tipo a decirme que me llevaba a presentarme a Cafrune. Fui, súper tímido, y el tipo me presentó así: ‘Don Jorge, acá le traigo al Cafrune de Cañada Rosquín’. ¿Qué hizo el Turco? Me puso la mano en la cabeza y me dijo: ‘Por algo las cosas se dicen, pibe’. Después, Mercedes me dice que Cafrune la invitó en Cosquín por primera vez, y que ella a su vez me quería presentar a mí. Fue otro círculo hermoso que se cerró ahí”.
Los Quilla Huasi: “Mi viejo era concesionario del club del pueblo. Ahí había que laburar, hacer ravioles, servir helados, atender el bar, todo. También había baile. Un día levanto la vista de la barra y veo a los cuatro Quilla Huasi, en fila; me pidieron agua mineral, no había. Yo los admiraba, me parecían de lo más modernos, porque usaban saco en lugar de traje de gaucho, pero además las armonías eran diferentes. Se lo conté mil veces a Oscar Valle, y ahora voy a grabar con el Quilla Huasi que queda, Carlos Lastra, a él también le conté esta historia”.
Atahualpa Yupanqui: “Me encontré con él una sola vez, estuvimos cuatro horas hablando. Me contó que era amigo de Violeta Parra, que conoció a Chaplin. Aceptó reunirse conmigo porque le había llegado De Ushuaia a La Quiaca. Después lo fui a ver actuar a un teatrito de Vicente López. Cuando lo voy a saludar al camarín me dice: ‘¿Y León, no se aburrió?’ ‘¿Cómo me voy a aburrir, maestro?’ ‘Por eso le digo, porque los maestros a veces podemos aburrir’. A la vuelta de los años terminé poniéndoles música a unos versos suyos, ‘La guitarra’. Atahualpa me contó que adoraba el estilo de Zitarrosa, pero que estaba peleado con él, decía que la profundidad le duraba dos whiskies, pero que al cuarto se ponía pavo. Así que pensé una música en el estilo de Zitarrosa, para mediar entre los maestros”.
Cuchi Leguizamón: “Siempre me fascinó, era un jazzista con sus zambas, un loco. Lo conocí a través del Dúo Salteño, el dúo más grande de Argentina. Lo ubicamos para hacer De Ushuaia a La Quiaca. Le canté ‘Maturana’ y me dijo: ‘No, eso no es una zamba de las mías, eso es tipo Los Chalchaleros. Mi ritmo de zamba es como el revoleo del pañuelo cuando se baila’. ‘¿Y cómo querés que haga eso? ¡Cantala vos!’ Así soy el único que tiene una versión de ‘Maturana’ cantada por el Cuchi”.
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