MUSICA › FRENTE A LA DICTADURA MILITAR
› Por Karina Micheletto
Hay un rasgo de la biografía de Atahualpa Yupanqui que se revela en el libro Cartas a Nenette, compilado por Víctor Pintos, una recopilación de las cartas que el creador le enviaba a su última esposa (quien como Pablo del Cerro fue colaboradora autoral de varias de sus obras). Al llegar al año 1976, las cartas abundan en detalles sobre la forma en que Yupanqui, como tantos argentinos entonces, saluda la llegada del gobierno “normalizador”: “En buena hora llegan los hombres del ejército. Tengo esperanza de que, sin hacer de ‘magos’, puedan arreglar algo de ese derrumbe económico y moral de mi tierra. Será tarea lenta, pero si hay mano firme, que la hay, los criollos volveremos a respirar el aire antiguo y sagrado de sentirnos en paz, trabajando, y las familias con los niños en las escuelas y tranquilidad en el corazón”, escribe el 25 de marzo del ‘76. En otra carta, fechada el 4 de marzo del año siguiente, le cuenta a su esposa: “El lunes a las 20 vendrá a buscarme el señor Anchorena, embajador de nuestro país en Francia, me invita a cenar y quiere conversar conmigo. Me imagino que pedirá mi colaboración para el mejoramiento de mi patria, que está medio deteriorada en el exterior. Tú sabes que sin embajadores ni nada, yo vivo haciendo el mejor espejo espiritual de mi Argentina desde hace mucho tiempo. Para lograr el buen respeto y la simpatía de siempre, es necesario que nuestras autoridades den el mejor ejemplo de sensatez, cordura, comprensión y anhelo de paz con el más alto grado de patriotismo sin odio ni crueldad (...) Sabato opina como yo: me dejó saludos, quiere hablar conmigo y ahora se fue a España para hablar con los periodistas y hacer una conferencia por televisión. Me dice el agregado cultural que puso especial énfasis al hablar de mí, y me mandó un fuerte abrazo. Veré qué puedo hacer yo, y todo por la patria”.
Conviene leer estas cartas en orden cronológico, tras el detalle de la persecución de la que fue objeto Yupanqui durante los gobiernos peronistas, luego de su afiliación al Partido Comunista. Otro dato, no menor, permite, si no disculpar, dar marco contextual al contenido: estas cartas fueron escritas con un destino estrictamente privado y no público. Si se publicaron muchos años después, es porque alguien las vendió cuando Yupanqui ya estaba muerto, y no podía autorizar o prohibir que fueran transformadas en un libro.
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