En 2007, Mariana Lucía Márquez propuso un proyecto a la Biblioteca Nacional: crear un archivo audiovisual de danza. Luego de varias idas y venidas, en julio de ese año Mariana se instaló solita en el tercer piso del edificio de Agüero y Libertador y empezó una ardua tarea: la de reunir una gran cantidad de materiales disímiles, desparramados por diversas instituciones y videotecas privadas. “Yo viví siete años en Nueva York y estuve en contacto con el archivo más grande de danza que hay en el mundo, el del Lincoln Center, en la Biblioteca Pública. Estudiaba danza y cuando tenía que hacer un trabajo simplemente entraba a la biblioteca, miraba el catálogo, pedía el video y me lo enviaban a mi estación de consulta. Cuando llegué acá no sabía ni dónde buscar materiales para ver lo que había pasado durante mis siete años de ausencia”, recuerda Mariana, que ha acumulado experiencia en gestión cultural durante su estadía en el país del Norte. Si bien hay materiales dispersos en Prodanza, el Instituto Nacional del Teatro, el San Martín, el Colón y en posesión de compañías, periodistas o investigadores que han iniciado sus archivos privados, el desafío de Mariana era reunirlos para promover la investigación en este campo. “Me interesaba que los estudiantes tuvieran acceso a los materiales porque no imaginaba cómo uno puede escribir sobre la vida de un bailarín o sobre los comienzos de la danza contemporánea sin poder ver el trabajo realizado”, explica. Si bien no se podrán copiar los videos, “se podrán ver cuantas veces se quiera, sin que nadie te pregunte quién sos o si estás acreditado como investigador; la idea es que el material sea público”. El archivo ya cuenta con 200 videos, entre los cuales predomina el registro de las obras de danza independiente de los últimos años. “Estamos trabajando en convenios con las instituciones oficiales, pero estuvo el cambio de gobierno en el medio y se retrasó todo”, explica Márquez. Aun así, ya se ha realizado un convenio con el Festival de Videodanza de Buenos Aires del cual el archivo recibió una donación de obras. Márquez también recurrió a los archivos de Nucleodanza (la compañía histórica de Margarita Bali), la Fundación Julio Bocca y otras compañías y centros culturales. Algunos creadores ya se acercaron a ofrecer sus videos, con el objeto de que el archivo se encargue no sólo de socializar el material sino también de digitalizarlo y conservarlo. El archivo ya ha establecido lazos con archivos de Brasil, Uruguay y EE.UU. con el objeto de iniciar un intercambio. “Sin embargo, vamos a concentrarnos en que el archivo tenga un enfoque en la danza argentina, sus comienzos, el tango; todavía estoy tratando de encontrar estos materiales porque los tangueros van por otros circuitos y no registran lo que hacen porque no son siempre obras escénicas. La conformación de un archivo es una tarea larga, pero no me desanima. Lo importante es abrir un camino.”