Uno de los aspectos que más se destacan de TVR es su voluptuoso archivo televisivo, recurso imprescindible para editar los ingeniosos, polémicos y completos informes que desde 1999 son la materia prima del ciclo. Para ello hay un equipo de visualizadores que se plantan frente a un aparato de televisión a clasificar. El mecanismo intenta encontrar fácilmente declaraciones o hechos del pasado más o menos reciente. Lejos de las viejas hojas en blanco en que los visualizadores escribían con mejor o menor caligrafía lo que observaban, hoy cada una de las 30 personas encargadas clasifican en impecables planillas, en las que además de detallar el nombre del visualizador y el número de hoja y de casete en el que se graba, deben incluir el horario, el canal, el programa, los invitados, el tema del ciclo y el contenido. Esas planillas luego pasan a los “filtradores”, que seleccionan el contenido rebelado y digitalizan el catálogo, que consultan los editores y productores periodísticos para el armado de los informes y las diferentes secciones del ciclo.