“Conozco algunas cosas, pero me gustaría conocer más de música argentina”, admite Morelenbaum en la entrevista. “Por supuesto conozco a Astor Piazzolla y Alberto Ginastera, y también al dúo Salgán-De Lío, que me gusta mucho; el tango en general me interesa. Escuché también algunos discos de Charly García, Pedro Aznar y Spinetta, que me encantaron.” Su actividad es múltiple y asegura que no le resulta problemático alternar entre las distintas facetas de su trabajo con la música. “En estos días justamente estoy terminando la música para una película brasileña, también trabajo en un disco con versiones en portugués de canciones judías de Norteamérica, un proyecto que alguna vez quisimos hacer exclusivamente con canciones de Cole Porter y George Gershwin, pero que ahora será más general –cuenta–. También estoy haciendo los arreglos orquestales para Hannover (Alemania) de una obra que interpretaremos con Paula, mi mujer, y vamos a empezar a grabar con el Cello Samba Trío, que hoy en día es lo que me lleva más tiempo, lo que más me apasiona..

–¿Qué influencias importantes reconoce?

–Seguramente los 10 años que pasé junto a Tom Jobim fueron determinantes en mi camino, en mi manera de entender la música. También tuve muchos encuentros importantes, con músicos como Egberto Gismonti, Caetano Veloso o Ryuichi Sakamoto. Son muchos los músicos que me impresionan y me inspiran.

–¿Le gusta el término world music?

–Es nada más que un rótulo de la industria, muy abierto y poco preciso. No me desagrada, pero tampoco me agrada... En realidad no sé de qué se trata, no lo entiendo bien, porque hasta donde yo sé todas las músicas pertenecen al mundo. ¿O usted escuchó alguna música ultraterrena?