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Por Mariano Ribas

Si las nubes no se entrometen, dentro de apenas unas horas se podrá ver cómo la Luna Llena sufrirá una espectacular metamorfosis: al caer la tarde, se la verá blanca y espléndida, como siempre. Pero luego una sombra, oscura, redondeada e imparable, comenzará a avanzar sobre ella, hasta convertirla en un pálido fantasma anaranjado, y así quedará durante un rato. Luego, la película será al revés, y finalmente, hacia la medianoche, nuestro fiel satélite recuperará su aspecto normal. Un cambiante e inusual show de más de 3 horas. Palabra más, palabra menos, así será el inminente eclipse total de Luna que hoy podrá observarse –a simple vista– desde toda la Argentina (y América). Está de más decirlo, pero no se lo pierda.
Los eclipses totales de Luna no son frecuentes. Y se entiende: para que ocurran, el Sol, la Tierra y la Luna deben formar una línea recta perfecta. Sólo así, la Luna cae completamente adentro del “cono de sombra” que nuestro planeta proyecta hacia el espacio. Ocurre que la órbita lunar está un poco inclinada (unos 5) con respecto a la terrestre, y por eso, la mayoría de las veces, la Luna pasa por encima o por debajo del cono de sombra. Si así no fuera, y las dos órbitas estuviesen en el mismo plano, tendríamos eclipses todos los meses (porque la Luna tarda más o menos un mes en dar una vuelta alrededor de nuestro planeta). Lo cierto es que, ahora mismo, la Luna ya está marchando derechito hacia la trampa de sombra que le tiende la Tierra. Y no se salvará.

Guia del eclipse
Como en todos los eclipses, esta noche habrá Luna Llena. Y asomará por el horizonte del Este hacia las 19.20. Hasta ahí, nada interesante habrá pasado. De todos modos, valdrá la pena echarle un vistazo para comparar con lo que vendrá después. Y ahora sí: el eclipse comenzará exactamente a las 20.32, cuando la Luna entre en el cono de sombra central que proyecta la Tierra (la “umbra”). Entonces, un pequeño mordisco oscuro aparecerá en uno de sus bordes. Con el correr de los minutos, la sombra avanzará sin pausa, y una hora más tarde ya habrá tragado más de la mitad de la Luna. Y no se detendrá.
Finalmente, a las 22.06, quedará completamente sumergida en la sombra: será la “totalidad”. Y aun así, la Luna no desaparecerá del cielo, sino que tomará un pálido pero hermoso color anaranjado, difícil de describir. Lo que ocurre es que, a pesar de todo, la atmósfera terrestre desvía algo de luz solar hacia adentro del cono de sombra. Y ese poco de luz (especialmente, las longitudes de onda correspondientes al naranja y al rojo) alcanza para salvarla de la oscuridad total. Esta etapa será la mejor del eclipse, pero sólo durará 25 minutos, porque, esta vez, la Luna pasará rozando el límite de la umbra. Así que, a partir de las 22.31, volverá a iluminarse muy lentamente, a medida que –gracias a su movimiento alrededor de la Tierra– vaya escapando de la trampa de oscuridad. A la 0.04, ya en domingo, todo habrá terminado: de punta a punta, el eclipse habrá durado más de 3 horas y media.

Un espectaculo para todos
Más allá de su encanto, casi hipnótico, los eclipses de Luna siempre han sido una excelente herramienta para comprobar la forma de nuestro planeta. Es simple: si la sombra proyectada (hacia la Luna) es redondeada, es porque el cuerpo que la proyecta (la Tierra) tiene esa forma. Así lo entendieron los observadores del cielo de hace dos o tres milenios (de hecho, existen registros históricos de eclipses lunares, como el de 2283 a.C., descripto por astrónomos de la Mesopotamia). Volviendo al presente, vale la pena insistir en esto: el fenómeno se verá perfectamente a simple vista en todo el país. Pero, por supuesto, si tiene a mano un telescopio o unos binoculares, aprovéchelos. La maquinaria astronómica no falla, así que sólo resta esperar a que las cosas ocurran exactamente así, con total confianza. Y claro, rogar que las nubes no se entrometan. Al menos, por esta noche.