Sábado, 22 de mayo de 2004 | Hoy
Libros de los eventos, China, siglo III
Por Pablo Wainschenker
Mensajeros del cielo, flechas en llamas, estrellas admirables,
espigas de fuego, bolas de gas, gestos de la ira divina. Durante muchísimos
años, los cometas fueron vistos como señales impactantes, como
avisos de grandes calamidades y sucesos extraordinarios. Por momentos se sostuvo
que no había forma de escapar a sus maleficios, luego se afirmó
que existían maneras de mantenerse a salvo de estos signos espantosos
que bajaban desde el cielo. En tiempos no tan lejanos, se podían comprar
“pastillas contra el cometa” para mantener el vigor y la buena salud
aun después de que pasara el enigmático astro.
Cometas, curiosidades y apariciones de las estrellas con cabellera. Ese fue
el título del tercer Café Científico del año, organizado
por el Planetario de la Ciudad, realizado el martes pasado en el Hotel Bauen,
Av. Callao 360. ¿Cuándo pasará el próximo cometa?
¿Hay peligro de que choque con la Tierra? ¿De qué están
hechos estos objetos que aterraron a los antiguos y hoy fascinan a los observadores
de todo el mundo?, fueron algunas de las preguntas respondidas por la astrónoma
Romina Di Sisto (doctora en Astronomía e integrante del Grupo de Ciencias
Planetarias de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas
de la Universidad Nacional de La Plata) y el licenciado Mariano Ribas (coordinador
del área de Astronomía del Planetario y colaborador de Futuro).
LAS ESCOBAS CHINAS
Mariano Ribas: –Los cometas fueron desde siempre integrantes del cielo
que no respetaron las reglas de juego del cielo. Durante toda la antigüedad,
los observadores sabían que había cosas que eran regulares, sucesos
en los que podían confiar, como la salida del Sol (siempre por el Este
y poniéndose hacia el Oeste). Se sabía que había estaciones
que podían ser emparentadas con las estrellas, se tenía conocimiento
de los eclipses e inclusive podía desaparecer el Sol, pero volvía.
Siempre que venía la noche, después volvía el día,
lo cual mostraba que había una serie de cosas previsibles. Sin embargo,
los cometas (a diferencia de las estrellas, los planetas, la Luna y el Sol)
tenían esa característica de ser una especie de outsiders de la
astronomía. Aparecían sin ningún aviso, brillaban, se transformaban
en el cielo cambiando de forma y de brillo e incluso así como venían,
se iban. Eso producía un gran desconcierto en los astrónomos clásicos
porque se les iba de las manos. No sabían realmente con qué cosas
estaban tratando. Uno de los primeros datos que se supo con certeza de los cometas
fue descubierto por los astrónomos chinos, quienes fueron los más
grandes observadores de cometas de la historia antigua (ya hace tres mil años
trabajaban estudiando lo que ellos llamaban “estrellas escoba”).
Los chinos creían que los cometas barrían con lo viejo y dejaban
entrar lo nuevo, y muchas veces emparentaban su aparición con sucesos
desgraciados como la muerte del emperador, creencia que fue muy típica
en la antigüedad. Pero, más allá de estos temores, descubrieron
que los cometas en todos los casos, e indefectiblemente, tenían la cola
en dirección contraria al Sol. Eso era pura empiria observacional, era
cuestión de mirar uno, dos, diez cometas, registrar y darse cuenta de
que era así. Ese fue el primer dato científico real que hubo sobre
los cometas. Lo demás era todo desconcierto.
LA CULPA ES DEL COMETA
Ribas (continúa): –Tanta confusión había, que Aristóteles
creyó que los cometas no eran fenómenos astronómicos sino
atmosféricos, lo cual está en consonancia con el paradigma aristotélico
que ve al universo como algo muy predecible, muy perfecto, con esferas que se
comportaban siempre igual. Aristóteles afirmaba que estos objetos no
podían pertenecer al mundosupralunar (es decir de la Luna hacia afuera),
sino que necesariamente, por ser tan irrespetuosos de las reglas celestes, tenían
que pertenecer al mundo infralunar, y por eso los interpretó como fenómenos
atmosféricos. La idea por supuesto era equivocada. El afirmaba que los
cometas eran una especie de emanaciones gaseosas de la superficie terrestre,
que cuando llegaban a la alta atmósfera se incendiaban. No era una mala
idea y, además, era lo único que encajaba con su modelo. Esta
concepción duró mucho tiempo, durante el cual cada vez que aparecía
un cometa se lo relacionaba con algún evento terrestre de ese momento,
anterior o posterior.
Por muchos siglos no hubo grandes progresos en el estudio de los cometas, pero
hacia mediados del siglo XV, astrónomos europeos comenzaron a hacer algunas
observaciones sistemáticas y descubrieron... lo que ya se sabía:
tal como habían hecho los chinos, las colas de los cometas apuntaban
siempre en dirección contraria al Sol. Y en 1577 apareció un cometa
que aterrorizó a toda Europa. El objeto fue estudiado por uno de los
astrónomos más grandes de la historia: Tycho Brahe (1546-1601).
Este señor, que tenía una nariz metálica a raíz
de un duelo, poseía también una vista excepcional. Y decidió
poner a prueba las afirmaciones de Aristóteles midiendo la distancia
al gran cometa de 1577. La separación resultó ser enorme, lo que
demostraba que el cometa no pertenecía al mundo infralunar. Brahe estimó
que estaba cuatro veces más lejos que la Luna. Eso era erróneo,
pero no tanto como lo que afirmaba Aristóteles. Los cometas no pertenecían
al mundo terrestre, sino que eran objetos astronómicos y éste
fue el segundo gran hito en la historia cometaria.
EL CIELO PERDIDO
Ribas (continúa): –El famoso astrónomo Edmond Halley (1656-1742)
vio un cometa en 1682 y decidió analizar 24 registros de eventos similares
anteriores a ese momento. Así se dio cuenta de que había tres
(el de 1531, el de 1607 y el de 1682) que habían recorrido la misma zona
del cielo y que los intervalos eran de entre 75 y 76 años, lo cual le
permitió llegar a la conclusión de que podía tratarse del
mismo cometa que había pasado tres veces. Halley predijo que el cometa
volvería en 1759 y, si bien no llegó a verlo porque murió
antes, en la Navidad de 1758 un astrónomo alemán encontró
el objeto y comprobó que Halley estaba en lo cierto. El cometa volvió
en 1910 y causó estupor en muchos lugares del mundo. De hecho, en aldeas
chinas había gente que usaba varillitas de esas que se usan en Navidad,
como pequeñas bengalas con las que trataban de espantar al cometa. Acá
en Argentina (y en otro lugares) se decía que la cola del Halley era
venenosa y que cuando la Tierra atravesase la cola, esos gases nos iban a matar
a todos.
La gente de 1910 tenía una enorme ventaja sobre nosotros como observadores:
mayormente, los cielos de esa época eran oscuros, limpios. Por supuesto
que había iluminación y energía eléctrica, pero
nada que ver con lo que es ahora. Hoy en día, el espectáculo del
cielo, para la gente que vive en las ciudades, está completamente vedado.
Hemos perdido el cielo. La experiencia de un cielo estrellado, con tres millones
de estrellas a la vista, no existe más para dos tercios de la humanidad.
LANZA LA BOLA, CHICO
Ribas (continúa): –Hacia mediados del siglo XX se produjo una verdadera
revolución cometaria al encontrarse respuesta a preguntas muy antiguas:
de qué estaban hechos y de dónde venían los cometas. Es
cuando aparece el “doctor Cometa” Fred Whipple (nacido en 1906),
quien elabora una teoría en la que dice que los cometas son bolas de
nieve sucias, amalgamas desprolijas y deformes de hielo, roca y polvo. El hielo
está formado por gases congelados entre los que aparece el agua. El cometa
en sí mismo esese objeto deforme, negro, que va despidiendo chorros de
gas y partículas de polvo. Lo que pasa es que cuando uno imagina un cometa,
lo imagina con su ropaje de gases y sus largas colas, pero el cometa está
escondido adentro de todo eso. A medida que se acerca al Sol, el cometa se va
calentando, los gases pasan del estado sólido al gaseoso y se empiezan
a formar las colas. Hay dos motores fundamentales de las colas de los cometas,
que son de dos tipos: una de gas y otra de polvo. El cometa en sí puede
medir entre 5 y 15 kilómetros, pero despliega una cabellera que puede
tener más de cien mil kilómetros y una cola que puede superar
los doscientos millones de kilómetros. Todo a partir de esa semillita
en transformación.
El notable científico Jan Oort (1900-1992) postuló la existencia,
no comprobada todavía, de lo que se llama “Nube de Oort”,
que sería una especie de cáscara que envuelve a todo el sistema
solar a una distancia cercana a un año luz de radio, quizás dos.
Eso sería material sobrante de la formación del sistema y que
por perturbaciones gravitatorias, van cayendo hacia adentro o, eventualmente,
hacia afuera.
A la Nube de Oort se le atribuyen los cometas que tienen más largo período,
los que dan las vueltas más grandes. Otro astrónomo, Gerard Kuiper,
postuló en 1950 el origen de otro tipo de cometas, al afirmar que debía
haber otra fuente cometaria mucho más cercana que podría estar
cerca de Neptuno. Es el Cinturón de Kuiper, cuya existencia, a diferencia
de la Nube de Oort, fue corroborada con absoluta certeza en 1992, cuando se
descubrieron en la zona establecida por Kuiper más de 700 objetos. La
tecnología de fines del siglo XX permitió acercarse a los cometas,
no sólo con telescopios sino también con naves espaciales. La
primera oportunidad le tocó al Halley en 1986, cuando una flota internacional
de cinco naves se lanzó como moscas para estudiarlo. El Halley es un
masacote de entre 15 y 16 kilómetros de diámetro, muy oscuro.
PIEDRAS Y MAS PIEDRAS
Ribas (continúa): –En 1882 se fotografió por primera vez
un cometa. La fotografía se convirtió en una gran herramienta,
porque permitiría registrar los fenómenos, compararlos y saber
de qué estaban hechos.
Romina Di Sisto: –Esto es posible porque los cometas reflejan la luz del
sol y mediante el estudio de esa luz se puede saber de qué materiales
están compuestos. El cuerpo en sí del cometa es un núcleo
formado por una mezcla de gases congelados –mayormente agua– y también
tienen materiales orgánicos como carbón y polvo.
Los sistemas planetarios son producto de la formación de las estrellas,
que a su vez se forman en nubes de gas y polvo. Como producto de la formación
planetaria quedan algunas rocas en el sistema sin formar parte de los planetas.
Se los denomina “cuerpos menores” y son los asteroides y los cometas.
Podría decirse que los cometas se formaron por “pegoteo”
de piedritas más chiquitas que así formaron piedras más
grandes, que luego viajaron hacia la parte más externa del sistema solar
y quedaron ahí intactos. Su estudio es muy importante porque nos da pistas
de las cosas que pasaron al principio de los tiempos. Cuando se acercan al Sol,
los hielos se evaporan y se pierden, entonces, el cometa se va desgastando.
Los cometas tienen un determinado tiempo de vida, que se puede estimar en cien
mil años. Dado que alrededor del cometa se forma una coraza de carbón,
los hielos no pueden escapar libremente, sino que lo hacen a través de
las rajaduras de esta corteza.
Cometas activos son los que muestran actividad y los inactivos son los que están
lejos del sol y no muestran actividad, en tanto que los cometas dormidos son
aquellos que están en una zona en la que no se le detecta actividad,
pero si se acercaran más al sol probablemente se pondrían activos.
Los cometas muertos son los que agotaron sus hielos, de modo queya no se los
ve como cometas sino como asteroides. El final de la vida de un cometa también
se puede acabar cuando quedan totalmente cubiertos por los mantos de carbón,
lo cual no les permite entrar en actividad por más que se acerquen al
sol.
Los cometas de largo período son los que tardan más de 200 años
en volver al Sol y están originados en la Nube de Oort, mientras que
los de período corto son los que tardan menos de 200 años. El
Cinturón de Kuiper es una fuente de cometas de corto período.
La fuente de los cometas de largo período es la Nube de Oort.
DOS COMETAS A LA VISTA
Ribas: –En este preciso momento, dos cometas pueden verse sobre nuestro
cielo. Uno, el Linear se ubica hacia el Oeste y está ganando altura noche
a noche. Este fin de semana va a pasar al lado de la estrella más brillante
del cielo, que es Sirio, de modo que quienes quieran observarlo van a tener
una referencia inmejorable para encontrarlo. Luego va a seguir ganando altura
hasta fines de mes. El otro, llamado NEAT va apareciendo en el cielo del Nor-Noroeste,
cayendo y perdiendo brillo noche a noche. Así que estamos con dos invitados
de lujo en el cielo.
Leonardo Moledo: –En comparación con el de los cometas, nuestro
período -el de los Cafés Científicos– es mucho más
modesto: tan sólo de un mes. El próximo encuentro será
el martes 15 de junio a las 18.30 y el tema será “Cero absoluto:
cuando nada se mueve, superconductividad y bajas temperaturas”. Como siempre,
la entrada es libre y gratuita.
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