ASTRONAUTICA: EL TERCERO EN DISCORDIA
China apunta al espacio
Por Mariano Ribas
Sin hacer mucho ruido, los chinos se están preparando para dar el gran salto al espacio: para los próximos años, prometen poner varios astronautas en órbita, la construcción de una gran estación espacial y... algo más. El anuncio, espectacular por cierto, proviene de la Administración Nacional China del Espacio. Y si bien es cierto que no es mucho más lo que ha trascendido oficialmente, ya se han filtrado unos cuantos e interesantes detalles sobre este ambicioso programa. Así, el país más poblado de la Tierra podría convertirse en la tercera potencia espacial, después de Estados Unidos y Rusia.
Antecedentes
El programa espacial chino no es muy conocido, pero tiene sólidos antecedentes. Desde principios de la década del ‘70, China ha lanzado al espacio unos 300 satélites. Y durante los últimos años han aprovechado la enorme experiencia espacial ruso/soviética: les han comprado (y copiado) tecnología, y muchos de sus futuros astronautas se han estado entrenando en Rusia. La influencia rusa en el programa chino es evidente: de hecho, las actuales naves Shenzhou son casi idénticas a las famosas Soyuz. Y resulta que las Shenzhou (que se pronuncia “shun-jo”) son la punta de lanza de la inminente aventura china. Estas naves, que van colocadas en la punta de un modernísimo cohete (como se ve en la foto), están compuestas por un módulo orbital, un módulo de retorno y motores propulsores. Y están preparadas para llevar “taikonautas” (ése es el término que usan los chinos) al espacio.
Animales y muñecos
Las Shenzhou protagonizaron tres ensayos completamente exitosos: la primera nave despegó en noviembre de 1999, desde el Centro Espacial de Lanzamientos Jiuquan (ubicado en la provincia de Ganzu, al noroeste de China). Y dio 14 vueltas alrededor del planeta, pero sin llevar tripulación. La Shenzhou II, lanzada en enero del 2001, fue un poco más lejos, porque orbitó a la Tierra 108 veces durante una semana, y sí llevó tripulantes, aunque no precisamente humanos: un mono, un perro, bacterias (algunas versiones dicen que también viajó un conejo). Al parecer, todos regresaron sanos y salvos. Por último, el 25 de marzo pasado, los chinos lanzaron a la Shenzhou III. Tampoco viajaron verdaderos taikonautas, pero casi: la “tripulación” eran dos muñecos y varios instrumentos que controlaron las condiciones de habitabilidad de la cápsula (entre ellas, la cantidad de oxígeno y la temperatura a bordo). La nave permaneció una semana en órbita y, al igual que sus predecesoras, su módulo de retorno aterrizó exitosamente en China. El éxito de estas primeras pruebas de lanzamiento y retorno de cápsulas ha demostrado que “las naves Shenzhou son técnicamente apropiadas para llevar y traer astronautas”, dijo hace poco un alto oficial de la Administración Nacional China del Espacio a la agencia de noticias Xingua. Según esta y otras fuentes, lo más interesante aún está por venir.
Chinos en orbita
Muy al estilo ruso, las autoridades chinas también se muestran herméticas sobre los detalles de su programa espacial tripulado, conocido como “Proyecto 921”. Pero todo indica que en el 2003, o a lo sumo en el2004, China realizará un último ensayo con las Shenzhou. Y en el 2005, finalmente, lanzaría al espacio a sus dos primeros taikonautas, una hazaña que sólo han logrado Estados Unidos y Rusia. De hecho, el gobierno chino del presidente Jiang Zemin está decidido a sumarse a la carrera espacial, compitiendo palmo a palmo con los dos monstruos de siempre y con la Unión Europea. Hasta ahora, China no ha podido participar en la construcción de la Estación Espacial Internacional, y por eso, ya está soñando con su propio castillo orbital: según trascendidos, la Administración Nacional China del Espacio está diseñando una estación espacial que estaría lista hacia el 2015. Probablemente será una versión ampliada y mejorada de la inolvidable Mir de los rusos. Pero los sueños chinos no se terminan ahí. Todavía falta la frutilla del postre.
El viaje a la Luna
Los principales lineamientos del programa espacial de China aparecen en el Libro Blanco de la exploración aeroespacial, publicado por el gobierno hace un par de años. Allí se mencionan, sin mucho detalle, distintos proyectos para las próximas dos décadas, entre ellos, claro, la puesta en órbita de taikonautas. Pero hay algo particularmente llamativo: “Los planes de exploración lunar”. China quiere ir a la Luna, ni más ni menos. Y, en realidad, eso no sería tan novedoso: recientemente, distintos medios chinos dijeron que su gobierno alguna vez pensó en un viaje tripulado a la Luna para 1999, celebrando el 50º aniversario de la fundación de la República Popular China. De más está decir que eso no ocurrió, pero la idea sigue dando vueltas. E incluso hay una fecha tentativa, aunque extraoficial: el 2010. De concretarse, sería una hazaña mayúscula, algo que sólo pudieron hacer los norteamericanos (aunque a un costo insostenible). Si así fuera, dentro de ocho años el hombre volvería a pisar la superficie lunar después de una larga pausa de cuatro décadas (la última misión Apolo fue en diciembre de 1972).
Para muchos analistas, toda esta movida va más allá de lo meramente científico, y apunta a una gigantesca propaganda de orgullo nacional. Sea como fuere, es un emprendimiento serio, sumamente interesante, y le agrega un tercer “peso pesado” al panorama de la astronáutica mundial: los chinos, inflados de orgullo, ya saben que se han lanzado a la más grande de las aventuras.