Viernes, 6 de junio de 2003 | Hoy
NOVEDADES EN CIENCIA
La inteligencia de los macacos
Discover La polémica no es nueva: ¿se puede hablar de inteligencia en los animales si no tienen lenguaje? Varios indicios parecen indicar que sí. Y uno de los más recientes tuvo como protagonistas a los macacos rhesus (macaca mulatta), unos monitos muy astutos. Tal como cuenta la revista Discover, el psicólogo Herb Terrace, de la Universidad de Columbia (Estados Unidos), puso a prueba la inteligencia de un grupo de macacos: los instaló frente a monitores sensibles al tacto donde aparecían siete fotografías diferentes. Terrace les mostró que las imágenes podían moverse al tocar la pantalla, y que las podían ordenar de una u otra manera. Pero si lo hacían en cierto orden, recibían una banana como premio. “La tarea era bastante similar a pedirle a un niño que aprenda el orden correcto de las primeras letras del alfabeto a través de prueba y error: hace falta memoria, lógica y tiempo”, explica el investigador. La cuestión es que los macacos no sólo ordenaron correctamente las fotos, sino que, y quizás esto es lo más sorprendente, lo hicieron tan rápido como un grupo de niños al que se le había asignado la misma tarea. Por otra parte, los pequeños simios fueron mejorando sus tiempos cuando se les mostraron otras colecciones de imágenes para ordenar, lo que indicaría que habían adquirido la idea de orden y que la podían aplicar a nuevos problemas, un rasgo de la inteligencia humana. “Los macacos aprendieron a aprender y a adquirir experiencia en tareas similares a las que nosotros cumplimos recurriendo al lenguaje –dice Terrace– y eso descartaría la idea de que la inteligencia comienza con el lenguaje.”
Te contra el mal aliento
Scientific
American A pesar
de que se lo asocia casi ineludiblemente con una tradición inglesa, el
té no es, de ninguna manera, patrimonio exclusivo de una nación
o de un sector social privilegiado. A decir verdad, luego del agua, la aromática
infusión es una de las bebidas más consumidas del mundo (de hecho,
se estima que el consumo de té a nivel mundial aumentará de 1.97
millón de toneladas en 1995, a 2.7 millones de toneladas para el año
2005). Los múltiples beneficios del consumo del té ameritan ciertamente
tal popularidad: además de disminuir los niveles de colesterol, tonifica
la piel, contiene antioxidantes, mejora la concentración y la agilidad
mental, y, según descubrió un grupo de microbiólogos de
la Universidad de Illinois (Estados Unidos), resulta que también es bueno
para combatir el mal aliento. A tal conclusión arribaron Christine Wu
y Min Zhu que aislaron los componentes químicos de hojas de té
(llamados polifenoles) y los expusieron a tres especies de bacterias que causan
el mal aliento. El resultado: los científicos encontraron que dichos
ingredientes (y otros, conocidos como catecinas y teaflevinas) inhibían
el crecimiento de la bacteria oral en un período de 48 horas de incubación.
De hecho, también impiden el crecimiento de las bacterias que provocan
caries y enfermedades en las encías.
Las sustancias que frenan el crecimiento de la placa dental (que, dicho sea
de paso, contiene más de 300 microorganismos que se adhieren a los dientes
y se introducen en la raíz) abundan en el té negro y en menor
medida en el té verde, una de las bebidas más antiguas del mundo.
Resulta que el té tiene su historia: según cuenta la leyenda,
en el año 2737 a.C., el emperador chino Shen Nung se sentó a tomar
una taza de agua caliente bajo un arbusto de la especie Camellia Thea. De repente,
unas cuantas hojas secas cayeron en el agua hervida (obviamente era otoño).
Al emperador le encantó el aroma y el sabor de la bebida resultante y
desde entonces no pudo resistirse a ella. Los ingleses conocieron el té
bastante después: en 1652. Pero fue recién a partir de 1840 que
se volvió un verdadero ritual social cuando, según se cuenta,
la séptima duquesa de Bedford, Anna, instituyó el famoso five
o’clock tea (té de las cinco de la tarde), que en un principio,
curiosamente, comenzaba a las cuatro.
Videojuegos y habilidad visual
nature Aunque muchas veces han sido acusados de provocar sedentarismo, aislamiento social e impulsos violentos, parece que los videojuegos tendrían un costado positivo: un reciente estudio, publicado en la revista Nature, sugiere que estimularían las habilidades visuales vinculadas con la atención. A través de una serie de experiencias, Daphne Bavelier y C. Shawn Green (Universidad de Rochester), llegaron a la conclusión de que las personas aficionadas a los videojuegos tienen una mayor capacidad para mantener la atención en situaciones visuales complejas (donde participan varios elementos a la vez), y para procesar información en constante cambio. En pocas palabras, la cosa fue así: los científicos formaron dos grupos de voluntarios no acostumbrados a estos entretenimientos (para evitar diferencias iniciales). Uno de los grupos se entrenó una hora por diaria, y durante diez días consecutivos con el exigente juego de combate Medal of Honor. Y el otro jugó con el famoso Tetris, que, a diferencia del anterior, es un videojuego en el que sólo hay que atender a un objeto a la vez. La cuestión es que, pasado el entrenamiento, el primer grupo mostró mejores habilidades visuales y perceptivas. “Al forzar a los jugadores a atender simultáneamente varias tareas (detectar nuevos enemigos, seguir sus movimientos de otros y evitar ser atacado), estos juegos empujaron los límites de tres aspectos diferentes de la atención visual”, dicen estos investigadores. Y agregan: “Los videojuegos pueden alterar radicalmente el procesamiento de la información visual”.
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