–¿Por qué tanto silencio? –dijo Kuhn–. Vengo de ver Constelaciones míticas de Buenos Aires, en el Planetario, y doy fe de que vale la pena. Y entonces... ¿por qué ese silencio atroz? Cae la sombra sobre el cemento mudo, cae lentamente sobre cada letra y cada signo de puntuación, cae lentamente sobre el pantano del Shannon, sobre el río Alley, y sobre la tumba donde descansa Victor Furoy. Se puebla de silencio el bosque de Sherwood y calla también el dolmen central del santuario de Scone, que apuntaba hacia los inconsistentes equinoccios.
Yacen en el olvido las incontables especies que alguna vez poblaron las tierras fértiles y altas que el océano baña con premura. ¿Acaso la aurora de rosados dedos no volverá a iluminar esta columna? ¿Qué será de los cuestionados fósiles, que apresurados especuladores fabrican con premura culpable?
Tal vez hemos perdido el hilo, que tres hermanas hilan en ruecas de cristal; una de ellas devana la madeja, otra mueve la rueda, y la tercera controla el huso, y mientras hilan, cantan: ¡este hilo se ha llevado la vida de los héroes! ¿Acaso en algún momento alguna de ellas lo cortará?

¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Qué está pasando? ¿Y cuáles son las referencias literarias de Kuhn?

Correo de lectores

El silencio del Comisario
Por lo que trasciende de la lectura de “Final de Juego” del 26/03/05, Kuhn no sólo estaba alarmado, sino también desanimado y junto al mutismo hosco del Comisario deja en el lector una sensación de desaliento. ¿Por qué hablar de desaparecer? ¿Qué sería de la pléyade de asiduos lectores adictos a “Final de Juego”? ¿Qué habrá sucedido para motivar las negras reflexiones de Kuhn y su evocación a los lamentos de Segismundo en La vida es sueño de Calderón? Aunque tanto Kuhn como el Comisario Inspector lo ignoren, los siento mis amigos, y me preocupa no saber las causas de esta situación. Del texto no se desprende, pero puedo entrar a suponer. ¿Habrá leído Kuhn en los diarios los índices de indigencia, o el afán de Bush en obtener la impunidad de sus tropas? Sirvan éstos como ejemplos no taxativos. Sería larga la enumeración si buscásemos noticias que nos llenen de zozobra y escepticismo. Por otra parte, no dudo de la sensibilidad del Comisario Inspector (de paso aclaro que es el único Comisario amigo que tengo), pero sospecho que es otro el porqué de su pertinaz silencio. Está maliciando un nuevo enigma para mantenernos ocupados todo el fin de semana.
Sergio Federovsky