Viernes, 9 de septiembre de 2005 | Hoy
FINAL DE JUEGO › FINAL DE JUEGO
Por Leonardo Moledo
–Bueno –dijo el Comisario Inspector– hemos recibido una carta de la empresa que fabrica los tetrabriks, contando un poco la historia, e indignándose porque lo llamamos tetrabrick. En vez de tetrabrik.
–No está mal –dijo Kuhn–, aunque me parece que falta un poco de sentido del humor.
–Parece que el sentido del humor es exclusivo de la policía –dijo el Comisario Inspector.
–Y de Su Majestad británica –acotó el embajador inglés, que estaba fastidiado por las constantes divagaciones e interrupciones del fluir de la novela.
–Ya que hablábamos de tetrabriks, tengo ganas de plantear un enigma al respecto –dijo el Comisario Inspector–. Aunque hace un rato que estoy armando un concepto, la “nada de la conciencia”, no se tratará de eso. Y es así.
Como todo el mundo sabe, uno puede construir un polígono regular de cualquier número de lados. Esto es, un polígono en el que sus tres (un triángulo), cuatro (un cuadrado), o cien lados sean exactamente iguales. En tres dimensiones, lo que corresponde a un polígono es un poliedro, y lo que corresponde a un lado es una cara. Por lo tanto, un poliedro regular es aquel cuyas caras son todas iguales. ¿Cuántos poliedros regulares se pueden construir?
¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Cuántos poliedros se pueden construir?
Si mi memoria no me falla, Edison proponía la corriente continua. Era Tesla el que defendía la corriente alterna. Saludos!!
Darío A. Alonso
Los tetrabriks no se llamaron así hasta adoptar la forma prismática, similar a la de un ladrillo. Antes, cuando eran tetraedros, se llamaban TetraPak, lo mismo que la empresa sueca que los desarrolló en la década de 1950.
Un tetraedro no es práctico como envase por dos razones: tiene poca capacidad en relación a su superficie y no se puede apilar, como las latas cilíndricas o las cajas rectangulares. Como contrapartida, se puede armar fácilmente, plegando convenientemente los extremos de un tubo de papel. Tal vez los lectores puedan contarnos qué dimensiones relativas debe tener ese tubo para obtener un tetraedro regular y cómo plegarlo.
Claudio H. Sánchez
Los derechos legítimos al trono o a una herencia de una persona clonada no es un problema biológico sino legal. La clonación va a ser un hecho nuevo, no existiendo aún códigos ni jurisprudencia que la contemplen. En el caso de que se susciten conflictos, las leyes y los tribunales determinaron que es legítimo; la legitimidad la da sólo lo conforme a derecho.
Pero el término “legítimo” no sólo tiene la definición desde la óptica jurídica que la Academia da en primer término como “conforme a las leyes”, sino una tercera acepción: “cierto, genuino y verdadero en cualquier línea”.
Sucede que para ciertas circunstancias éstas se contradicen. En 1925 en Dayton, Tennessee, el maestro J. T. Scopes tenía que enseñar a sus alumnos el origen de la humanidad desde la teología, considerada jurídicamente “legítima” y que no es “legítima” según la tercera definición. Debo reconocer que este ejemplo es polémico pues aún hoy existen quienes aceptan la explicación divina.
Pero hay otro caso no tan polémico. El desopilante episodio que sucedió en el año 1897 en la Legislatura del estado de Indiana en EE.UU., donde dieron por unanimidad media sanción a un proyecto de ley que por muy poco no aprobó el Senado, fijando para todo el estado el valor de 4 para el número PI. Aunque en última instancia el Senado, mejor asesorado, no aprobó el proyecto, nos da la pauta del abismo que puede separar lo jurídicamente legítimo de lo “cierto, genuino y verdadero en cualquier línea”. (Esto me lleva a la reflexión sobre si Bush no planificará su política exterior tomando al número PI con valor 4.) Y, para finalizar, es dable suponer que la pregunta a los lectores será respecto a la tercera acepción de “legítimo”, a la que brevemente respondo: No sé.
Roberto Fedorovsky
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