Lluvia, nieve, vientos, tornados, ciclones, huracanes –y maremotos consecuentes–, frío, calor, todos estamos más o menos sometidos al temperamento del tiempo, que tiene los mismos modismos que un dios griego, y cada tanto se irrita, y cada tanto nos quiere. Sobre esta deidad remota y compleja versó el quinto Café Científico del año, en el que dos “sacerdotes del tiempo” (los meteorólogos Claudia Campetella y Antonio Gil) trataron de contestar a la pregunta del millón: ¿se puede confiar en los pronósticos meteorológicos?