RAMOS GENERALES
Rondas a la italiana
Empezaron siendo diez o veinte, después cincuenta o cien, más tarde centenares y miles, en su mayoría mujeres. Las pioneras eran chicas hartas de los partidos políticos italianos, chicas que querían protestar. El tema era cómo. Pensaron en la caceroleada al estilo argentino, dice Francesca Vecchioni, una de las precursoras, “pero no parecía adaptarse a la situación política italiana”. De modo que inventaron los “corros”, o los “girotondi”: una especie de rondas multitudinarias que están siendo el símbolo de la oposición a la política de Silvio Berlusconi. La gente se junta, se da la mano, arma la ronda y da interminables vueltas al edificio en cuestión, como por ejemplo el Palacio de Justicia de Roma. La clave del éxito por contagio estuvo dada en el hecho de que otra de las iniciadoras de los “girotondi”, Silvia Bonucci, trabajó durante ocho años como asistente de Nanni Moretti, y lo invitó a uno de los primeros. Hubo poca gente, pero sí muchas cámaras y la imagen de Moretti haciendo la ronda y gritando a favor de las libertades democráticas se desparramó por todo el país. Poco después, los “corros” se sincronizaron y se multiplicaron: alrededor de ministerios de Salud o de Justicia, miles y miles de personas giraron simultáneamente en catorce ciudades italianas. Quienes participan de los “corros” adscriben a la nueva categoría de ciudadanos que repudian las prácticas de los partidos políticos, pero abandonan la política. Y son más mujeres que hombres, opina Bonucci, “porque a nosotras se nos da menos teorizar que organizar”.