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Viernes, 26 de diciembre de 2003

RAMOS GENERALES

RAMOS GENERALES

La otra casa de Tucumán
Desde principios de diciembre, está funcionando en San Miguel de Tucumán la Casa de las Mujeres, iniciativa de una ONG de mujeres autoconvocadas para luchar por sus derechos sociales y económicos. Muchas de ellas vienen participando desde hace unos años en los Encuentros Nacionales, y se proponen, a partir de la fundación de esta Casa, seguir compartiendo experiencias y reflexionando sobre ellas, además de coordinar, con la tranquilidad de reunirse en el lugar propio, esfuerzos para difundir la Ley Nacional de Salud Reproductiva. Se las puede contactar en [email protected], o llegándose directamente hasta el flamante centro: Av. Sáenz Peña 383. Enhorabuena.

Premio para una trabajadora doméstica
Creuza María Oliveira es una sindicalista que se hizo un nombre en Brasil a fuerza de defender los derechos de las trabajadoras domésticas y combatir la discriminación racial y de género. Con 43 años y una vida marcada por la pobreza, la exclusión y la discriminación, Creuza es presidenta de la Federación Nacional de los Trabajadores Domésticos y representante de la Comisión Especial del Trabajo Infantil Doméstico. Fue en reconocimiento al trabajo que lleva adelante desde ambos lugares públicos que recibió, con el respaldo de una alianza de ONG y asociaciones civiles, el premio Claudia (otorgado por la revista ídem todos los años) en la categoría Trabajo Social. “Mi historia –relató Creuza en 2001, durante la Conferencia Mundial de la ONU contra el Racismo en Durbán, Africa– no es muy diferente de la de tantas otras mujeres trabajadoras domésticas oriundas de familias pobres. Expulsadas del interior de Brasil por la miseria y las precarias condiciones de sobrevivencia, estas familias son obligadas a enviar a sus hijos e hijas para el trabajo manual”. Ella comenzó a trabajar como doméstica y niñera a los 10 años para una familia que había prometido, a cambio, asegurar su educación y ayudar económicamente a su madre. Sin embargo, nunca la enviaron al colegio y sí la sometían a diario a situaciones de violencia y humillación. “En estos más de 30 años de profesión, después de un período de construcción de mi militancia a través del Movimiento Negro Unificado, del Movimiento de Mujeres y del Movimiento Sindical, constato que el trabajo doméstico continúa con las mismas prácticas en países de América latina como México, Perú, la Argentina y Guatemala, donde las trabajadoras son personas que continúan sin ser respetadas, violentadas y explotadas”. Es precisamente por eso que Creuza continúa militando.

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