Tres de cada diez espectadores/as de porno son mujeres y, después de filipinas y brasileñas, las argentinas son las más gustosas del globo en el consumo de una de las formas de disfrutar o estimular el sexo (en la pantalla), según un informe del sitio Pornhub, que señala que una diferencia de género es que ellas miran más tiempo que ellos las escenas eróticas. “La historia de la humanidad está hecha a niveles del sexo. Por eso, resulta incómodo pensar a la sexualidad en términos macizos, rígidos o estáticos. Sucede que, en su entramado, no hay categorías de hombres o mujeres. Hay –siempre, en cualquiera de los casos– sexo: humedades, pliegues, carne sobre carne”, dispara el periodista Hernán Panessi, conductor de Mute, por Nacional Rock, y Fan, por Radio Colmena y autor de Porno Argento. Historia del cine nacional Triple X, de Editorial Cuarto Menguante.

“Se dice que las mujeres miran más porno que antes. Algo pasó con Internet, la gran vehiculizadora del placer. Hubo algo ahí, en esa democracia, que otorgó intimidad e higiene. Y así, mediante la omnipotencia del anonimato y su posterior destape, se incorporaron al consumo manifiesto de porno. Siempre se consumió, ahora mucho más. Desde la Universidad de Ohio –las instituciones legitiman, qué va a ser– dijeron que las mujeres miran más porno que los hombres. ‘Más’, acá, es más tiempo, no más volumen. Y al quitarle la hojarasca, aparecen las razones: el porno es horizontal, plural e inclusivo. El consumo –que nunca se dibuja en línea recta– es ecléctico, caprichoso y desordenado. Entonces, resulta imposible descifrar si las industrias culturales generan un estándar de consumo o si es el deseo el que eleva los petitorios del placer. Lo que sí se sabe, a la sazón, es que a la hora del doble clic siempre manda el deseo.”