MONDO FISHION
› Por Victoria Lescano
Congregados en la galería de arte que se desprende de una pequeña agencia de modelos situada en la calle Uriarte y convocados por Marcelo Yarussi, el diseñador de Bastardo, la comunidad de seguidores de la moda se reunió un viernes por la noche alrededor de una puesta de andamios que conformó una pirámide de la que pendían dos prendas de punto (una blanca, otra negra, ambas con deliberadas irregularidades en su largo y en proceso de construcción). Junto a los tejidos y los hierros colgaron manijas de cuero y en un entrepiso se exhibió una pieza de diseño emblemática del estilo Bastardo: la mochila de cuero despojada de artificios. También se pudo apreciar un corto y campaña de verano donde la modelo de la agencia Crudo (la galería anfitriona) se desplaza por distintos tramos de la ciudad, deambula por el microcentro, el submundo de tiendas del pasaje del subterráneo y la ribera del Río de la Plata vestida con una camisa blanca cerrada hasta el último botón, un leve abrigo y la cartera de marras a su espalda. La instalación apodada Azul –¡aunque ese tono estuvo ausente en la paleta de colores!– estuvo acompañada por un texto de la cronista Celeste Nasimbera, que afirmó: “Prólogo es una continuidad de Ensayo, la primera colección de Marcelo Yarussi. Así como las estaciones se suceden pero sin el frenesí propio de los lanzamientos de temporada. El diseñador insiste en ese contar qué hace frente al cómo. Relee un verso de Rubén Darío y vuelve sobre una canción popular de Mercedes Sosa para usar el azul. Pero no de modo literal, claro que no”.
Un perfil de Marcelo Yarussi, diseñador graduado en la UBA, indica que creció en Juan José Paso, un pueblo de la provincia de Buenos Aires y donde ayudaba a su madre en una tienda de ropa. Que cuando se radicó en la ciudad costeó buena parte de sus estudios universitarios con su oficio de cocinero para una familia de su pueblo afincada en Buenos Aires. Sobre la elección de los accesorios como campo para la investigación, destaca Yarussi: “Trato de vincular la prenda al accesorio para crear una cruza de rubros y de ocasiones de uso. Hace algunos años y en un viaje por Europa noté que lo que más interesaba era observar los accesorios y darlos vuelta. Luego empecé a hacer mis primeros bolsos con papel misionero, replicando el packaging de una cadena de fast food que se instaló en mi barrio”. Y sobre su modalidad, agrega: “Miro cómo se viste la gente y siempre me pregunto por qué el argentino se viste en tonos crudos. Considero que el paisaje te condiciona”. Lejos de una producción seriada, su método elogia el trabajo artesanal que se afirma al ingresar a su PH de Colegiales y subir las escaleras que conducen al showroom donde reina una máquina para coser cueros. Junto a los exhibidores con piezas en color suela, en cuero negro con piel y las bolsas de alta resistencia, abundan macetas, frascos y potiches que reúnen su colección de botánica.
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