Mara es una adolescente que escapa de una situación familiar violenta y se refugia durante días entre las ramas del árbol de una plaza. Su historia, como la de muchas otras niñas y mujeres que se enfrentan a la violencia machista, transcurre en una ciudad cualquiera, en un barrio cualquiera y en una plaza cualquiera, porque justamente de lo que se trata en esta nueva novela de Paula Bombara (Bahía Blanca, 1972) es de hacer de la experiencia de Mara el reflejo literario de lo que muchas padecen en su vida cotidiana. La chica pájaro es entonces un relato sobre cómo afrontar el miedo y los golpes, sobre cómo pedir o aprender a recibir ayuda, sobre la importancia de apoyarnos en los vínculos sanos y tratar de desarmar los vínculos enfermos, aquellos que atrapan la voluntad y atentan contra nuestra salud física y mental, y contra nuestros sentimientos.

“La historia de Mara es ficción. Mi punto de partida fue un no entender por qué se establecen vínculos violentos entre las personas y por qué se sostienen en el tiempo. Venía leyendo los trabajos de Eva Giberti y las notas de Mariana Carbajal. Mis preguntas y también mis reflexiones decantaron en forma de novela. El proceso de escritura fue lento e intenso, hasta encontrar el ritmo de la historia y también su tono. Quería lograr una prosa lo más poética posible en algunas escenas para que se viera un contraste importante con la violencia de otras. Me interesaba que hubiera belleza y luz. También que se notara cierta dificultad para respirar.” Efectivamente, el argumento de La chica pájaro puede resumirse en unas pocas líneas, pero la trama, los tonos, las modulaciones de las voces son muchísimo más ricas y más complejas. La protagonista es esta muchachita que se escapa de su casa, en la que vivía con su madre (una mujer golpeada por su pareja), huyendo del hijo de ese hombre, que la pretende a la fuerza. Mara sabe hacer tela, esa acrobacia aérea que acerca a muchas al cielo, y entonces se trepa y anida en un árbol frondoso de una plaza pública; allí conoce a Leonor, una mujer solitaria que la ayuda a enfrentar las peores situaciones con un afecto sanador, cumpliendo quizás el rol que su madre no puede cumplir, y también a Darío, un chico que quiere darle un amor que a ella le cuesta recibir, y que funciona en la novela como el reverso del macho violento y golpeador que la acosa y persigue permanentemente.

Que la literatura juvenil tematice explícitamente estos conflictos de violencia machista es una práctica que empieza a ser más necesaria, aunque cueste leer en el papel cómo golpean a una chica hasta dejarla en el hospital. Y que estas novelas puedan discutirse, por ejemplo, en las escuelas secundarias es muy deseable: porque los relatos dejan instaladas una serie de preguntas que está bueno ir contestándose, entre chicas y varones. Esta novela de Bombara –que también publicó los libros El mar y la serpiente y Una casa de secretos– está muy cerca de las reivindicaciones del #NiUnaMenos. Escrita durante varios años y con un gran trabajo de edición detrás, el libro vio la luz casi al mismo tiempo que la multitudinaria concentración del 3 de junio: “La coincidencia con la convocatoria de #NiUnaMenos y la cantidad impresionante de gente que participó me sorprendió. Me hizo pensar mucho en el rol social del arte y en el estado de observación/sensibilización que desarrollamos los escritores. Pienso que lo que en unas mujeres se expresó en el colectivo #NiUnaMenos, en mí tomó la forma de La chica pájaro. Fui a la marcha y me conmoví particularmente cuando una agrupación entró a la plaza usando, a modo de contención, unas telas de acetato turquesas. Para mí, el turquesa ahora es el color de Mara. La sentí ahí, volando sobre la gente”, cuenta la escritora.

La chica pájaro
Editorial Norma
Colección Zona Libre
176 páginas